miércoles, 22 de abril de 2015

Fuentealbilla-Frederiksberg


"ENJOY INIESTA" debería rezar una pancarta en el Camp Nou tal y como lo hacía aquella en honor a Michael Laudrup en el momento álgido del Dream Team.
Los años han pasado, sí, pero algunas cosas parecen no cambiar nunca.
Si la afición barcelonista tuvo en Laudrup a la personificación de la magia con un balón en los pies, Andrés Iniesta se ha ganado a pulso el cariño de los culés tanto dentro como fuera del campo.
Don Andrés, medio manchego, medio danés, lleva años cautivando con su fútbol y ganándose un lugar privilegiado en la retina de los espectadores.
Lugares como Fuentealbilla, Stamford Bridge y Johannesburgo son ya topónimos inherentes a Iniesta, al cual se podría ligar de forma indeleble otro nombre propio: Laudrup.

Como al mágico centrocampista natural de Frederiksberg (ídolo confeso de Iniesta) al manchego se le atribuye la capacidad de embelesar y enamorar al aficionado con jugadas y acciones solo al alcance de muy pocos. Y esos pocos futbolistas, claro, son los típicos que no necesitan hacer 90 minutos espléndidos para despertar los elogios de la afición y de la prensa. Basta con jugar 45 minutos perfectos, llevando en volandas al equipo con control, inteligencia y desequilibrio en el centro del campo -como anoche frente al PSG-, e incluso es suficiente con verle protagonizar la jugada del partido: partiendo de su propio campo, conduciendo, zafándose de tres rivales con el balón cosido a la bota para acabar asistiendo medidamente a Neymar en el 1-0 para comprobar que Iniesta se desquita de los rivales al mismo tiempo que lo hace de las críticas por la escasez goleadora y asistente de esta temporada mientras vuelve a iluminar con su magia a un Camp Nou que ya la echaba en falta.


Con la actuación sublime del manchego -perfectamente ilustrada con la jugada del primer tanto- el Barça ganó en dominio en la medular y en dinamismo ofensivo, lo cual, combinado con la alta presión arriba y con la falta de autoexigencia de los franceses, ayudó a que el partido, más que un mero trámite para pasar a semis, se acabase pareciendo más por momentos a un Gamper de esos en los que el Barça golea y juega a placer ante equipos de un nivel bastante alejado al del PSG.
Los de Luis Enrique, con el once de gala, comprometidos y nada confiados por el 1-3 de París, hicieron nuevamente un partido inteligente en el que demostraron con buen juego, concentración, con los dos goles de Neymar y con un Andrés Iniesta que volvió a erigirse en estrella culé, por qué el Barça pasa merecidamente, por séptima vez en las últimas ocho temporadas, a las semifinales de la Liga de Campeones.

lunes, 20 de abril de 2015

The Amazing Barça


<<Un gran poder conlleva una gran responsabilidad>> le dijo en su día Benjamin Parker a su sobrino Peter tratando de inculcarle el sentido del deber.
El poder arácnido de Spider-Man es perfectamente extrapolable al Barça, como concepto en general, pero especialmente al Barça que encara el tramo final de la temporada.
Unas veces increíble y asombroso, goleando y satisfaciendo a los aficionados, otras veces más austero, peleón y simplificado, sin despertar grandes elogios, lo más fascinante de los equipos como este Spider-Barça es lo claro y asumido que parecen tener su sentido del deber.
Si en el Parque de los Príncipes los de Luis Enrique (el particular Stan Lee de esta temporada) sacaron a relucir sus poderes hasta hacer caer al PSG en su telaraña futbolística, en el Camp Nou, frente al Valencia, vimos al Peter Parker del balón: responsable y comprometido pero sin llamar mucho la atención. Y es normal. Y casi obligado.

El Valencia, ese equipo renaciente llamado a ser un nuevo superhéroe, hace tiempo se despojó de las obligaciones coperas y aspira a jugar la próxima Champions pudiendo centrarse, única y exclusivamente, en los entuertos semanales de la liga.
Con un equipo suficientemente preparado para jugarle de tú a tú y para poner en serios apuros al Barça, el conjunto ché pudo salir victorioso del Camp Nou el pasado sábado, pero no. Ahí estaba el superhéroe azulgrana.

Peter Parker, sabedor del esfuerzo al que se enfrentaba al encontrarse justo en medio de una dura eliminatoria contra el Paris Saint-Germain, tan exigente física y mentalmente, supo dosificarse y economizar energías, cuándo hacer daño al rival, cómo contenerlo y desgañitarse de sus ataques.
Así fue como se produjo el 2-0 final en el Camp Nou. El Barça, consciente de su poder -y de su responsabilidad- planteó un partido de carga y contención, pese a no renunciar -nunca lo hace- a tener el balón, a sus chispazos eléctricos y a la eficacia más alta últimamente vista en Barcelona para conseguir doblegar al rival, lográndolo de forma igualmente efectiva en ambas áreas y en momentos claves.
El Barça golpeó en el primer minuto y en el último -con el superhéroe corriendo ya con la lengua fuera- y frenó en seco -especialmente con el penalti parado por Amazing Bravo- las aspiraciones de un Valencia que siempre dio la cara y que posiblemente mereció más en la primera mitad.

El gran poder del Barça, uno de los pocos equipos en Europa con las opciones al triplete intactas, se vio en algunos tramos del encuentro deslumbrado por la propia responsabilidad culé.
A veces, incluso el menor de los resultadistas ha de resignarse a saber sufrir, pelear y defender para sacar adelante los partidos marcados en rojo en el calendario -como el del Valencia- en pos de poder seguir desplegando su poder balompédico en las jornadas venideras.
Este Barça, posiblemente sin el mejor juego que le hayamos visto, va camino de convertirse en amazing desde otro punto de vista futbolístico, solventando los partidos y llegando a la recta final del año futbolístico -final de Copa, líder en liga y las semis de Champions a tocar- con el más estricto sentido del deber sobre el campo.
Vale, el Barça del Stan Lee Martino llegó la temporada pasada, a estas alturas, prácticamente igual de predispuesto. Pero este Spider-Man tiene otro aire...

jueves, 16 de abril de 2015

Parc des Rois


El Parque de los Príncipes parisino vivió ayer una transformación hacia Parque de los Reyes después de la sensacional actuación del Barça.
Bien habría valido un remake de An American werewolf in Paris con el nuevo título de Un hombre lobo uruguayo en París tras el excelente y decisivo partido de Luis Suárez. El charrúa, con dos auténticos golazos, situó al Barça a las puertas de semis de la Champions.

Antes de eso, fue de vital importancia el 0-1 de Neymar a pase de Messi que dejaba al Barça con ventaja al descanso. Los de Luis Enrique ganaron la batalla táctica en muchas zonas del campo ante los parisinos, mermados por las bajas de Ibra, Motta o Verratti, pero con un equipo siempre altamente competitivo. 

Las claves del partido
El orden y la concentración defensiva de los azulgranas. Con unos Piqué y Mascherano inconmensurables -en su línea- que contuvieron a la perfección las embestidas del conjunto de Blanc.
Otra de las claves del partido estuvo en el lateral derecho del Barça. Sin Alves, sancionado, a Montoya le tocó jugar su partido más complicado esta temporada. El canterano no se entiende con Messi tanto como Alves, lo que dificulta las combinaciones azulgranas por la banda derecha. Montoya, además, se vio ampliamente desbordado por su carril debido a las internadas del exazulgrana Maxwell, que a su vez facilitaban las incorporaciones del potente Matuidi a través de un pasillo interior que conducía directamente al peligro en la meta de Ter Stegen.

En el PSG la cosa se empezó a complicar con el 0-1, que llegó dos minutos después de un aviso de Messi al palo y un minuto antes de la inesperada lesión de Thiago Silva, que dio lugar a un David Luiz probablemente no recuperado totalmente de sus problemas físicos, lo cual quedó contrastado de forma evidente en el 0-2 y el 0-3 de Suárez, ambos con caños espectaculares, y en los que el central brasileño quedó retratado.

El centro del campo azulgrana administró inteligentemente los tempos, al contrario de lo ocurrido en Sevilla, y supo cuándo y cómo aumentar y aminorar las marchas pese a las inevitable ida y vuelta que vivió el partido en muchos tramos, inexorable por el hecho de tratarse de un equipo como el Paris Saint-Germain que propone un juego físico, rápido y técnico a partes iguales. El Barça controló la medular durante casi todo el encuentro y, pese a no haber hecho tampoco su mejor partido de la temporada, lo cierto es que no vio peligrar seriamente el marcador como en el Sánchez Pizjuán. Estupenda la incursión de Xavi producida, por desgracia, como consecuencia de la lesión de Iniesta. El egarense administró mejor que nadie el balón en París y ayudó a que Busquets -que perdió más balones de lo habitual- acabase adueñándose del espacio y redondeando su actuación.

En la portería, Ter Stegen se enfrentó al difícil reto de concentración que supone tener que actuar muy de vez en cuando, pero atajando con solvencia en la mayoría de ocasiones -sublime en el tiro de Cavani a la media vuelta y en el disparo lejano de Pastore- hasta el 1-3 en el que el desvío involuntario de Mathieu a tiro de Van der Wiel no permitió reaccionar a tiempo al alemán.

Y, claro está, la mayor clave del PSG-Barça fue el ataque culé. Messi solo requirió el gol para cuadrar el partido perfecto. El argentino tuvo que bajar a recibir el balón a la zona de tres cuartos y más atrás aún cuando la elaboración por la banda de Montoya y Rakitic se atascaba, pero supo moverse bien entre líneas, tocando y conduciendo hasta encontrar los espacios. La buena presión a partir del medio campo y la mordiente de los de arriba empezaron a dar sus frutos con el 0-1, en una jugada iniciada a partir de una pérdida de Pastore culminada con una contra rápida en la que Messi asistió y Neymar batió a Sirigu.
Especial mención merecen los dos goles -y el partido en general- de Luis Suárez. 
En el 0-2, el hombre lobo uruguayo en París se deshizo él solito de David Luiz con un buen túnel, de Marquinhos con un rápido recorte para zafarse después de Maxwell poniéndole el cuerpo antes de perforar la portería francesa en un gol que recordó al conseguido por Eto'o en la final de Roma de 2009.
En el tercero, el charrúa hizo nuevamente de las suyas combinando hábilmente con Mascherano, retratando con otro caño a David Luiz -anoche tuvo pesadillas, seguro- y definiendo a la escuadra con una calidad y una sangre fría apabullantes.

Victoria muy bien trabajada del Barça a todos los niveles y, por consiguiente, merecidísima ante un PSG que no perdía en su estadio en competición europea desde noviembre de 2006. Un estadio, el Parc des Princes, que anoche se tiñó de amarillo fluorescente para convertirse en el Parc des Rois.
El Barça tiene un pie y medio en las semifinales de la Champions League.




lunes, 13 de abril de 2015

Sevilla tiene un dolor especial


Y lo tiene, para el Barça, porque era casi imposible avistar, tras la primera media hora de juego, lo que acabaría por suceder en el Sánchez Pizjuán.
Dos golazos de Messi y Neymar, entonadísimos en el feudo sevillista, la posesión de balón, fútbol de toque, triangulaciones y desborde ofensivo de un Barça pletórico frente a un rival fuera de combate en su propio estadio. Y el bajón de los de Luis Enrique tan predecible (porque suele haber partidos en que los azulgranas desconectan) como impredecible el momento -normalmente es en las primeras partes- de desconexión culé.
Se baja la guardia y automáticamente sube la expectativa del rival -más aún jaleado por su afición, que no le ve perder en Liga desde enero de 2014- y, claro, los errores de concentración se acaban pagando.
El FC Barcelona tuvo dos, tan puntuales como decisivos: el 1-2 de Banega se produce en una jugada más bien aislada, transcurrido el vendaval hedonístico-balompédico del Barça, fruto de un error de Claudio Bravo en el despeje de un tiro, a priori, bastante asequible para el chileno. Ahí comienza el dolor en la capital andaluza.
Con el Sevilla venido arriba en la segunda mitad, en la que los de Unai Emery merecieron el empate por intensidad y por mantener la fe, el segundo error identificable: mala salida de balón de Piqué regalándole el esférico a Reyes, que arma la jugada del 2-2. Se consuma el dolor especial en Sevilla, puesto que no hay tiempo para reaccionar y la diferencia con el Madrid ahora es de tan solo dos puntos.

Con el juego revolucionado, como sucedió en los segundos 45 minutos, el Barça debió manejar mejor los tempos con y sin balón, tirar de oficio (hay que saber sufrir en campos así) y afinar la puntería de cara a gol. Los de carmesí no hicieron bien ninguna de estas cosas y el Sevilla, enardecido por la grada, acabó por confirmar el secreto a voces de las tablas en el marcador.
Luis Enrique decidió apagar el incendio del coast to coast provocado por los locales dando entrada a Xavi y salida a Neymar, que se marchó molesto, con gestos tan evitables como habituales en el mundo del fútbol. Y comprensibles, porque el brasileño estaba cuajando de largo el mejor de sus últimos partidos y porque era consciente de que en un partido de inexorable ida y vuelta como el que se estaba viviendo en Sevilla su estado de gracia podría haber reportado, en un momento determinado, cualquier acción para sentenciar el partido.

Con Xavi en el rectángulo de juego la cosa siguió por los mismos derroteros y el Sevilla, que nunca se dio por vencido, acabó encontrando el premio del empate y el Barça ratificando, como en tantas otras ocasiones, que un par de errores puntuales de concentración pueden echar por tierra el espléndido trabajo realizado anteriormente para acabar lamentando, con aires de líder acechado, que Sevilla tiene, además de un color, un dolor especial.


jueves, 9 de abril de 2015

Barça, el rompecabezas


rompecabezas.

1. m. Juego que consiste en componer determinada figura combinando cierto número de pedazos de madera o cartón, en cada uno de los cuales hay una parte de la figura.


En 1766 John Spilsbury inventó el puzzle o lo que aquí conocemos como rompecabezas.

El fútbol, en sí, es un rompecabezas. Y, cómo no, de igual forma son puzzles los partidos de fútbol y los equipos que compiten en ellos. Y, evidentemente, el Barça , que tampoco está exento de recibir tal denominación.

Frente al Almería del debutante Sergi Barjuan, un nuevo puzzle para los de Luis Enrique a realizar sobre el verde tapiz de 105x68 metros del Camp Nou.


Ocurre en el fútbol, como en los rompecabezas, que a veces se extravían piezas, aparecen nuevas como solución para seguir construyendo el juego por otro lado y, por supuesto, mantenemos a nuestro lado esa pieza fundamental sin perderla de vista puesto que tarde o temprano vamos a tener que utilizarla.

Frente al Almería, Luis Enrique movió las piezas de Bartra y Mascherano para el centro de la zaga, alineó a Adriano en lugar de la pieza rota de Jordi Alba y optó por apartar piezas habituales como Piqué, Iniesta y Neymar para probar con las de Rakitic, Sergi Roberto y Pedro. 

Ocurre también en ambos casos que esas piezas esenciales con las que iniciar la estrategia parecen no encajar en ocasiones. Fue el caso de Messi, que prácticamente solo entró en juego para inventarse el genial 1-0 y que trató luego de encajar en el puzzle azulgrana con algunas combinaciones y lanzamientos de falta.

Otras piezas como Suárez acabaron encajando por partida doble fruto de la insistencia del uruguayo y otra, la de Bartra, acabó por encajar de cabeza para maquillar un poco el día en el que menos pareció disfrutar de su pasatiempo defensivo.

El Almería, desacomplejado, trabó el juego del Barça desordenándole las piezas línea por línea, aunque hubo una pieza culé (básicamente una) que estuvo siempre en su lugar: Xavi.

Y hubo piezas azulgranas como Sergi Roberto o Pedro que, casi de forma inesperada -porque no parecen estar al mismo nivel que el resto de piezas-, acabaron ayudando de forma eficiente en la consecución del puzzle.

El Barça no lograba hacerse con el control y hallar la solución al rompecabezas, que se fue postergando hasta materializarse en el último tramo gracias a las individualidades sobre la mesa, no al dominio sobre esta.

Claro está, Luis Enrique debe ser el John Spilsbury que cree -y luego resuelva- el puzzle azulgrana y para ello debe combatir la complejidad del juego rotando piezas, dejando apartadas a unas y confiando en otras a la hora de definir satisfactoriamente los rompecabezas que la temporada le va presentando. En partidos como el de ayer, en los que el puzzle parece que no va a resolverse nunca o, en el mejor de los casos, a hacerlo de forma poco brillante, casi a desgana, lo más importante es solucionar el rompecabezas fijado como objetivo. Ganar, en este caso.

Cada partido es un puzzle diferente. Las piezas deben rotar, encajar en diferentes posiciones e incluso sacrificarse en pro de la imagen final. 

La del Barça, aunque a veces tarde en aparecer, va tomando forma partido tras partido, rompecabezas tras rompecabezas. Sevillá será otro puzzle.

lunes, 6 de abril de 2015

El Barça en B-alaridos


alarido.
1. m. Grito lastimero en que se prorrumpe por algún dolor, pena o conflicto.
4. m. desus. Grito de alegría.

El Barça profirió anoche en Balaídos alaridos de distinto tipo. Gritos que expresan, por un lado, el conflicto que mantienen los de Luis Enrique por sacar adelante partidos como el de ayer frente al Celta. Gritos, en otro caso, de alegría desbordada al conseguir los tres puntos en el último tramo del encuentro y ratificar, quitándose un peso de encima, eso de que a veces -muy frecuentemente, por desgracia- hay que sufrir para ganar.

El Barça, en su versión más preocupante, volvió a ver como el rival era claramente superior y le costó, una vez más, hacerse con el control del partido. En otro partido gris, anoche en Vigo el conjunto azulgrana se mostró nuevamente superado por el rival y por la puesta en escena de este. Con poco ímpetu ofensivo (anoche ni Messi, ni Suárez ni especialmente Neymar estuvieron inspirados), con escasísimo dominio en la medular (de momento, Iniesta y Rafinha no pueden jugar juntos) y con unos laterales, Alves y Adriano, excesivamente flojos, el Barça se refugió una vez más en la solidez defensiva de unos Piqué y Mathieu incontestables y de un Claudio Bravo de nuevo excepcional bajo palos.
El juego culé, con un centro del campo desaparecido, dependió casi en su totalidad de los balones largos y de alguna genialidad arriba del mismo de siempre, que sin embargo ayer no supo ni pudo desequilibrar al adversario. El Celta, con un marcaje férreo por todo el campo, no dio opciones a los azulgranas de elaborar juego con desenvoltura, sin apoyos claros durante la posesión de balón (el pelotazo de Iniesta en el centro del campo es tan inédito como sintomático del mal juego azulgrana) y con pocas ayudas defensivas por las bandas, por las que Nolito y Orellana desbordaron con frecuencia.

En su cuarta acepción en el diccionario, el alarido culé se produjo, primeramente, con la entrada de Xavi para empezar a poner orden en medio de tanto caos en Balaídos. 
Fue una verdadera alegría para los barcelonistas ver como el egarense no solo se hizo con el control del balón y repartió juego a su antojo, sino cómo saltó al césped vigués a contagiarle a sus compañeros su intensidad y su urgencia en un partido que amenazaba -en el mejor de los casos- con acabar como el de Málaga o Getafe.

El alarido definitivo ocurrió en el 74', con un Barça algo más entregado en ataque y, nuevamente y por segunda jornada consecutiva, a balón parado y gracias a un cabezazo de Mathieu. El francés, más allá de estar cerrando unas cuantas bocas en el transcurso de la temporada gracias a sus buenas actuaciones, está anotando goles decisivos para su equipo. 
Goles, como el de anoche en Balaídos, que hacen que los alaridos azulgranas basculen del grito de pena y rabia al grito de alegría.

jueves, 19 de marzo de 2015

Mr. Priceless: The Nutmeg Man


El mundo del fútbol se rinde hoy a los pies -y a las botas Pibe de Barr10- de Leo Messi. Y no es para menos.
Pocas imágenes dicen tanto con tan poco como la que encabeza estas líneas. La valla publicitaria con ese 'PRICELESS' (buena publicidad hoy para Mastercard) encuadrado junto a Messi en esa instantánea de anoche frente al City ilustra a las mil maravillas el valor que el argentino tiene para el aficionado culé: inestimable.
No se puede calcular el valor de Leo -ni siquiera ese 16% de socios del Barça encuestados que no dudarían en vender al crack azulgrana- porque, sencillamente, el valor de Messi es incalculable. No tiene precio.
Como no tiene precio -al menos tangible- verlo asociarse, driblar, asistir y golear en la mayoría de sus partidos. Cuando no es una cosa es la otra. Ayer, ante el Manchester City, Messi completó una ronda de octavos de final de Champions sin marcar, algo que no sucedía desde 2007.
Sin embargo, a Messi no le hace falta anotar goles para ser el más aclamado tras un partido. El repertorio de Leo anoche en el Camp Nou no necesitó marcar las diferencias de cara a portería
-mucha culpa de ello la tuvo Joe Hart- porque el rosarino hizo bien todo lo demás.
Abrió espacios, combinó entre líneas, remató, asistió con su habitual pase con rosca en diagonal -que sirvió para que Rakitic hiciera el gol del partido-, condujo y regateó como en sus mejores tiempos hasta lograr el embelesamiento del mundo del fútbol rozando la magia y, por momentos, volviendo a sonrojar a sus rivales con detalles técnicos de una exquisitez solo al alcance de los elegidos. Entre estos gestos, uno de los pocos detalles futbolísticos que nunca deja indiferente a nadie: el caño.

Un 'caño', 'túnel' o 'sotana' es capaz de despertar sentimientos diametralmente opuestos en la víctima y el verdugo y los allegados de ambos, desatando la vehemencia del espectador que lo celebra y la impotencia y el sonrojo del jugador 'humillado'.
El caño, ese recurso natural del talento futbolístico en estado puro es, además, un magnífico indicador del estado de forma de un jugador. No hay más que fijarse en la gran regularidad con la que Leo Messi se (nos) está deleitando últimamente con sus sotanas. Desde el caño a Silva en el Etihad, pasando por dos túneles en Ipurua y acabando por cerrar el círculo -y abrir de piernas a Milner- anoche en el Camp Nou, Messi está poniéndole el broche de oro a sus magistrales actuaciones con detalles de calidad casi inimitables como cada nuevo 'nutmeg' ('caño', en español) con el que el argentino se luce y atestigua su state of grace particular, un estado de gracia que invita a soñar al barcelonismo en Liga -líderes-, Copa -en la final- y, más aún, en Champions League, donde los aficionados culés sueñan con seguir añadiendo ficticios ceros futbolísticos al inestimable valor de Leo 'Mr. Priceless' Messi: The Nutmeg Man.

jueves, 5 de marzo de 2015

Victoria con historia


El Barça hizo historia en Villarreal

Si bien el Barça pasó algunos apuros (aunque no vio peligrar la eliminatoria realmente) ayer en Villarreal ante un submarino crecido por su afición, por su buen fútbol y por la templanza de los de Marcelino sobre el césped, que no perdieron la cabeza -excepto el irresponsable Tomás Pina-, bien es cierto que los azulgranas supieron hacerse con el partido en los momentos críticos, dominar los tempos y detectar cuándo, dónde y cómo podían hacerle daño al rival. Así, Messi y Neymar supieron encontrar el espacio con el que marcar el 0-1 y desnivelar un poco más la semifinal. 
El Villarreal, sin hacer una presión excesivamente alta, supo buscarle las cosquillas al Barça cerca de la frontal del área hasta encontrar el premio del empate por reiteración de ocasiones.
Ya con un Villarreal algo desfondado y con un hombre menos, nuevamente los culés ganaron la espalda a la defensa 'grogueta' en un pase largo de Mascherano (su segunda asistencia desde que juega en el Barça) del que Luis Suárez acertó a sacar partido en un gol que recuerda y mucho a los que el charrúa se hinchó a marcar en Liverpool.
La puntilla la puso Neymar a centro de Xavi para certificar su doblete, la victoria y, por supuesto, el pase a la final de Copa.

Pese a no haber sido ni mucho menos un partido brillante del Barça, la victoria de ayer en tierras castellonenses refuerza la superioridad que han desplegado los de Luis Enrique en esta edición copera y tiene especial incidencia en un dato prácticamente sin precedentes: el Barça se planta en la final de la Copa del Rey habiendo ganado TODOS los partidos. 

Debemos remontarnos hasta la edición de 1954 para encontrar un equipo que lograra ese registro. En aquella Copa del Generalísimo de 1954 fue el Valencia quien llegó al último partido habiendo vencido todos los encuentros de las rondas anteriores, si bien es cierto que solo tuvo que jugar cuatro partidos, puesto que por aquel entonces solo 14 equipos disputaban la competición y, además, el Valencia (junto con el Real Santander) quedó exento de jugar la primera ronda. El conjunto ché se alzó con el título precisamente ante el Barça, al que derrotó 3-0 en la final disputada en Chamartín.

El Barça tiene ahora la oportunidad de repetir esta hazaña, pues es algo que los azulgranas lograron ya en la Copa del Rey -Alfonso XIII, para ser exactos- de 1926.
En aquel torneo el Barça se impuso, en una liguilla inicial de tres equipos, al Levante (5-0 y 1-4) y al Zaragoza (0-7 y 3-0), al Real Madrid en cuartos de final (1-5 en la ida y 3-0 en la vuelta) y al Real Unión por 2-1 en la semifinal (a partido único, jugado en Zaragoza) antes de derrotar en la final al "Athletic Club de Madrid" por 3-2 con un gol en la prórroga del mítico Paulino Alcántara.

En esta edición 2014-15, la Copa del Rey ha tenido, de momento, un claro color azulgrana a tenor de lo acontecido desde los dieciseisavos de final, donde el Barça se impuso al Huesca 0-4 y 8-1, al Elche en octavos, con un 9-0 en el global de la eliminatoria, y contra sus dos rivales más complicados: el Atlético de Madrid en cuartos (1-0 en la ida y 2-3 en el Calderón) y finalmente el Villarreal, al que se ha impuesto en semis con un 6-2 global.

Con 31 goles a favor y solo cinco encajados en el transcurso de esta temporada, el Barça afronta su trigesimoséptima (37) final de Copa, una final en la que, de vencer al Athletic Club, el FC Barcelona colocaría en sus vitrinas el vigesimoséptimo (27) título e igualaría, además, el histórico récord conseguido hace 89 años.

sábado, 28 de febrero de 2015

Siesta con final feliz

Luis Suárez fue el más despierto a la hora de la siesta

Que al Barça no le sienta muy bien jugar a las cuatro de la tarde es algo que queda ratificado después de ver el partido de hoy en Granada.
Poco fútbol en el Nuevo Los Cármenes, donde se ha visto un partido de lo más accidentado.
El Barça, que ya sabe la factura que pasa dormirse a la hora de la siesta (el fin de semana pasado ante el Málaga) y, especialmente, fuera de casa (pinchazo en el campo del Getafe y victoria sufridísima a domicilio en Almería, ambos encuentros en esta somnífera franja horaria), no parece despertar de su letargo futbolístico sabatino y hoy ha vuelto a sembrar dudas en su juego ante el conjunto nazarí.
Los de Abel Resino, concientes de sus reducidas opciones de éxito ante un Barça enchufado y brillante -exceptuando lo del sábado pasado-, han ido al choque en todo momento y han puesto en apuros al conjunto azulgrana, enardecidos por su afición pero con una propuesta futbolística sin demasiados ambages.
Al Barça le costó reaccionar y, casi sin esperarlo, encontró en el gol de Rakitic -tras rechace a tiro de Suárez- a los 25 minutos esa puerta abierta para llevarse los tres puntos por la vía del cuerpo a cuerpo y mostrando el punch ofensivo del que carecía su rival.
El problema es que el conjunto azulgrana (hoy de ese amarillo que parece cada vez más energizante) no solo mostró problemas en la creación de juego, con unos Xavi, Rakitic y Mascherano bastante desbordados, sino también en la producción ofensiva.
Messi, quién sabe si tocado anímicamente tras el penalti errado en el Etihad, pareció no estar sobre el terreno de juego (otro día hablamos del estado del césped) y hoy prácticamente solo apareció en el gol de la sentencia, a pase de Suárez y solo para empujarla (en un más que posible fuera de juego). Neymar hizo un partido desastroso, con escasísima incidencia en el ataque culé. El único que se salvó fue Luis Suárez, que participó en los tres goles: propiciando la jugada del primero, anotando el segundo tras un buen movimiento y mejor definición y asistiendo en el tercero. Para entonces, el Granada había reducido distancias (1-2) por medio de una pena máxima tras una dudosa caída de Lass que el árbitro validó y que Fran Rico se encargó de transformar.
El partido, trabadísimo y aburrido en muchos tramos, solo estuvo en manos del Barça bien mediada la segunda parte, cuando la posesión se hizo patente y las ocasiones de gol comenzaron a llegar con frecuencia, ocasiones que ni Messi, ni Pedro ni menos aún Neymar supieron materializar.
Lo positivo, evidentemente, es haber logrado la victoria (otro tropiezo habría prácticamente apartado al Barça de la Liga). Lo negativo -y ciertamente preocupante- es el mal juego mostrado por los de Luis Enrique en partidos como el de hoy. 
La hora de la siesta ha tenido hoy un final feliz, pero quizás la próxima vez le haga al Barça perder la tarde (y quizás el título).

miércoles, 25 de febrero de 2015

El bueno del Barça

Uno pecó de bueno y el otro lo aprovechó

Como si se pudieran extrapolar las cualidades y aptitudes de un equipo de fútbol a ese hombre que todos conocemos, bonachón, de sesenta o setenta y tantos, que siempre saluda en el ascensor de forma afable y educada, casi entrañable en las maneras, que nos pregunta cómo va la vida -mientras sostiene bajo el brazo la barra de pan que acaba de comprar- y lo entrevera rápida y ágilmente con esos insustanciales comentarios sobre el tiempo que hace. Ese buen hombre fue el Barça anoche en el Etihad Stadium.
Cuando el Barça tuvo contra las cuerdas al City en los primeros 45 minutos dándole un baño de juego, posesión y ocasiones de gol, había que ser muy inocente para no prever que en la segunda mitad, por orgullo, por inercia competitiva o por una buena arenga de Pellegrini, los skyblues saldrían a por todas.
El Barça, como ya hiciera el año pasado en ese mismo escenario, cometió el error de detenerse a ver la vida pasar tras haber hecho lo más difícil: desarticular al rival, ponerse 0-2 en el marcador y evidenciar con su juego el error en el planteamiento del Manchester City. Anoche, el partido -o al menos la primera parte- de los de Luis Enrique fue mejor si cabe que el de la temporada pasada, dejando casi sentenciada la eliminatoria en la primera mitad y dejando entrever que la ya de por sí generosa ventaja se ampliaría en la segunda de seguir generando ese fútbol efectista y eficaz, pero no.
Salió a relucir de nuevo ese Barça bonachón -qué, cómo estás de lo tuyo- le preguntó al City y este respondió con varias ocasiones y un gol que le metía nuevamente en el partido. Y en el tramo final, con el equipo local quedándose otra vez con diez, el bueno del Barça acentuó su benevolencia con el contrario y no supo matarlo aprovechando los espacios y la superioridad numérica en el campo. El bueno (el mejor, realmente) del Barça, Leo Messi, también se apuntó a la fiesta de la solidaridad mancuaniana no aprovechando ni el penalti ni el posterior rechace ya en tiempo de descuento, penalti que, por cierto, no puede ni debe empañar lo más mínimo el partidazo que el argentino se marcó en el Etihad.
Un partidazo en el que el City defraudó por su puesta en escena y el Barça por el bajón competitivo en la segunda mitad, que tampoco debería enmarañar la grandísima primera parte que hizo, la mejor primera mitad de la era Luis Enrique, a todo esto. Quienes no defraudaron y también tuvieron su mejor partido en esta nueva era del técnico asturiano fueron el káiser Piqué y el killer Luis Suárez quien, a pesar de los dos goles, pecó de bueno, como el bueno del Barça.

domingo, 15 de febrero de 2015

Piedra, papel, tijera


Undécima victoria consecutiva del Barça que confirma el gran estado de forma de los de Luis Enrique. Nueva manita al Levante y grandes sensaciones de cara al futuro azulgrana.

Piedra Como una auténtica piedra pasó el Barça por encima del Levante en el Camp Nou. Con un 76% de posesión de balón y un total de 18 disparos, el Barça desplegó su habitual potencial y no dio opciones a un conjunto granota que acabó resignándose. En el Barça, destacó por encima del resto -una vez más- Leo Messi, que anotó un hat trick el día en el que cumplía los 300 partidos con la camiseta azulgrana. Neymar, algo más inspirado que en el último partido, también mojó. A pase de Messi, el brasileño abrió el marcador con un remate algo trastabillado que, sin embargo, acabó convirtiéndose en golazo. 
Juego rápido en la medular y transiciones vertiginosas hacia el área levantinista, con el control del juego y una gran presión ofensiva (el robo y asistencia de Bartra en el 2-0 lo ejemplifica a la perfección) desbarataron completamente las remotas opciones del Levante en el feudo barcelonista. El Barça, pese a pecar de poco preciso en ataque en la primera mitad, acabó sometiendo y goleando al rival en otra actuación brillante.

Papel Pensando en los próximos compromisos ante Málaga, el próximo fin de semana, y Manchester City, dentro de nueve días, Luis Enrique hizo rotaciones en el once titular. Bartra y Mascherano resolvieron como de costumbre en el eje de la zaga mientras que Montoya y Adriano cumplieron con nota por sus respectivas bandas. En el centro del campo Rakitic, Busquets y Xavi se repartieron las labores de destrucción y creación de juego con la velocidad que el juego del Levante y el partido requerían. Arriba, Messi y Neymar compartieron delantera con Pedro, que desplazó del once a Luis Suárez. Los cambios en la alineación no afectaron al esquema del Barça que, si bien no lograba deshacerse cómodamente del planteamiento rival durante un buen tramo de la primera mitad, consiguió desperezarse poco a poco y poner contra las cuerdas al Levante haciéndole correr hacia su propio campo en las rápidas y últimamente habituales transiciones ofensivas culés, además de obligar por momentos a los de Lucas Alcaraz a abrirse más de lo necesario en busca del balón cuando el Barça se dedicaba a los cambios de juego y desplazamientos en largo. En ese sentido, el Barça ha hecho un muy buen partido, muy inteligente en lo táctico, donde también ha vencido hoy.

Tijera Más allá del espectacular gol de Luis Suárez de tijera que cerraba la goleada, el Barça ha demostrado tener bien afilada su tijera ofensiva. Los tres del tridente han vuelto a marcar. Neymar, pese a su remate poco certero ha acabado marcando el 1-0, lo que demuestra que hasta el factor suerte acompaña su gran momento de forma. Y Messi...
Cada día se supera, el argentino. Hoy ha anotado su vigesimotercer hat trick, con lo que empata con Cristiano Ronaldo como mayor anotador de tres o más goles en un partido en la historia de la Liga. Además, con estos tres tantos, también iguala a Zarra, con 31 'tripletes' (contando todas las competiciones), como el futbolista con más hat tricks jugando para un club español. Por si fuera poco, Messi ha superado hoy también a Figo como el jugador con más asistencias de la Liga (106) en los últimos 25 años.
Lionel suma 26 goles en Liga y ya está solo a dos de CR7. 
Y también el técnico puede presumir de haber igualado otro registro: el de Pep Guardiola en la temporada 2008-09. Desde el desastroso partido de Anoeta, el Barça encadena ya once victorias consecutivas, la mejor racha de victorias de aquel Barça del triplete. 
Buenas señales.

jueves, 12 de febrero de 2015

Ser del Barça


Ser del Barça es ser un poco agorero por naturaleza.
Sentir que, pese a ganar 3-1 en casa en la ida de una semifinal de Copa, la cosa no está del todo controlada. Ser del Barça es medio ruborizarse porque la victoria de tu equipo, trabajada y merecida, no es lo suficientemente abultada como para disfrutar del partido de vuelta libre de preocupaciones.
Que tu equipo pudo conservar la portería a cero, a tenor de la concentración defensiva mostrada, y que la imbatilidad soñada se escapó por un pequeño error puntual del portero -golazo de Trigueros mediante-.
Ser del Barça es enojarse como un niño endemoniado cuando tu equipo perdona demasiado en ataque y ves que el rival te acaba empatando sin haberlo merecido apenas.
Ser del Barça también es volverse a enfadar, casi como si se fuera a acabar el mundo, porque con 3-1 en el marcador fallas un penalti que te habría permitido prácticamente sentenciar la eliminatoria.
Tras la pregunta de por qué no ha tirado el penalti el de siempre y sí el jugador que justo hoy parece menos inspirado y después de observar varias oportunidades más de tu equipo para ampliar la renta, acaba el partido con el resultado anclado en solo dos goles de ventaja.
Solo dos goles. Ante un equipo que podría haberte atacado mucho más y no lo ha hecho. Ha venido para defenderse y tratar de hacerte daño a la contra con sus tres hombres más rápidos.
Ese equipo al que costó ganarle en Liga en la primera vuelta (0-1) y al que hace diez días volvió a costar vencer tras dar mucha guerra en tu campo (3-2). A ese equipo que es sexto en Liga por méritos propios. Y que sabe jugar a fútbol.
Tener un pie en la final de Copa y seguir dándole vueltas a la cabeza sobre si Ter Stegen podría haber estado más acertado en ese disparo o si Neymar hubiera marcado desde los once metros.
Eso es ser del Barça. El no conformismo ni ganando un partido ante un rival más complicado de lo que muchos pueden pensar.
Lo mejor de ser del Barça es cuando intuyes que los jugadores sienten lo mismo que los aficionados. Es más fácil estar motivado y querer seguir marcando goles desde el sofá que sobre el césped. Pero hay veces en las que a los futbolistas tampoco les parece suficiente lo que tienen y van a por más. Cuando el no conformismo se contagia desde el campo. Eso, sin duda, también es ser del Barça.
Compromiso, ganas, actitud, concentración, ambición, seriedad, entrega y un largo etcétera de valores positivos que refuerzan la idea de que hay futbolistas que parecen haber sido especialmente creados para jugar en el Barça.

A Javier Mascherano, para acabar de ser mi ídolo -y pasar de Jefecito a Jefazo, definitivamente- solo le falta marcar su primer gol con el Barça. Y tengo la impresión de que el argentino, que tiene todo lo que se le puede pedir a un futbolista, lo conseguirá esta temporada. Y encima será muy importante, como lo es Javier en este equipo. Porque juegue o no juegue, lo haga en su posición natural o no, Javier Mascherano sabe lo que significa ser del Barça.

jueves, 29 de enero de 2015

Barçatilidad

Neymar finalizó un nuevo contragolpe (2-3) y sentenció la eliminatoria frente al Atlético

Luis Enrique decía hace unos días que no habían tocado ninguna tecla desde el partido de Anoeta, pero es evidente que el Barça ha experimentado cambios. Y no solo de actitud sobre el césped.
En los tres partidos en que los azulgranas se han enfrentado este año a los rojiblancos ya han demostrado saber jugarle mejor que en toda la temporada pasada. Y la tecla del Atlético que ha aprendido a tocar el Barça se ha traducido en tres victorias y, gracias a dos de ellas, un pase a la semifinal de Copa.

El Barça viene desplegando un fútbol vistoso y que cautiva como no lo hacía desde hace ya tiempo.
Con un buen fútbol, de toque pero directo, y con goles, muchos goles (15 goles al Elche en los últimos tres enfrentamientos y el 0-4 a domicilio al Deportivo) los de Luis Enrique afrontaban los dos partidos más complicados hasta ahora. En la ida, si bien es cierto que el Barça fue de más a menos y solo consiguió hacer el 1-0 en los minutos finales -aunque mereció ampliar su ventaja- mantuvo, además de la intensidad necesaria para vencer al Atlético, el buen hacer y las costumbres habituales con el balón. Lo de anoche en el Calderón fue totalmente diferente, pero igualmente eficaz.

Se preludiaba un partido como el de los vividos la temporada pasada cuando Torres igualaba la eliminatoria en el primer minuto. No obstante, el Barça sí supo reponerse esta vez y además dio con una nueva tecla: el contragolpe.
Si insólito es ver al Barça jugar a la contra, declinando la posesión del esférico y aferrándose al despeje sin complicaciones en defensa, poco vista es también en los azulgrana esa efectividad de cara a puerta. Necesitó el Barça dos intrépidas contras y un gol a balón parado (¡contra el Atlético!) para sentenciar la eliminatoria antes del descanso.

Un descanso en el que, como en el resto del partido, hubo de todo. Gabi ni siquiera salió tras la media parte por el lío en el túnel de vestuarios y Simeone reconoció en rueda de prensa, con cierta altanería, que él mismo había dado a sus jugadores la indicación para que estos no buscasen ya ni atacar en la segunda mitad. Y cierto parece, porque los colchoneros se dedicaron en los segundos 45 minutos a resignarse renunciando al marcador pero no así a la "intensidad" competitiva que el Cholo propugna.
El Atleti acabó con nueve por la doble amonestación de un reiterativo Mario Suárez.

Lo de Gil Manzano es tema aparte. Anoche se le acusó de perjudicar a unos y a otros, señal de que no hizo las cosas bien. Entre los fallos "gordos" del colegiado extremeño se encuentran, primero de todo, la excesiva permisividad depositada en los jugadores rojiblancos (Suárez se fue en el 84', pero bien pudo hacerlo antes del descanso) que legalizó, una vez más, el juego duro -y violento, como en tantas otras ocasiones- de los hombres de Simeone.  En segundo lugar, Jesús Gil (¿casualidad? Manzano señaló un penalti de Mascherano sobre Juanfran que no solo se produjo fuera del área, sino que ni tan siquiera fue falta. El árbitro se comió unas manos claras de Jordi Alba (con posible expulsión) que acabaron desembocando en la contra del Barça que supuso el 2-3. Y, por si todo esto fuera poco, le marcó a Neymar un fuera de juego a pase largo de Ter Stegen (el portero-líbero, definitivamente) en el que el brasileño se encontraba en línea con el defensor colchonero y que acabó en gol del Barça.
Para acabarlo de adobar, Gil Manzano mostró solo amarilla a Arda Turan en esa acción absolutamente vergonzosa del turco tirándole su bota al juez de línea a modo de protesta.
Demasiada acción en el Atlético-Barça incluso para los que disfrutamos desde siempre de este pseudoclásico lleno de pasión y emociones fuertes.

Y volviendo al Barça y a la nueva tecla aprendida anoche cerca del Manzanares, a buen seguro que a Luis Enrique no le gustó nada que el Atlético se adelantara a los 40 segundos y ver peligrar el buen trabajo hecho en la ida. Eso sí, sus pupilos demostraron una gran capacidad de reacción, algo más encomiable aún tratándose de un rival como el Atlético, y remontando el partido hasta en dos ocasiones, todo ello en el marco de un juego totalmente novedoso (feo y desquiciante por momentos) del Barça, que encontró en el balón parado y en el contraataque, sobre todo, a su mejor aliado para deshacerse de un rival tan duro y competitivo.
Y lo hizo el Barça, a pesar de la novedad en el planteamiento, con la misma alineación (la que ya podemos llamar "de gala", salvo por el cambio copero en la portería) que viene deslumbrando en las últimas semanas. Los azulgranas, a pesar de no hacerse con el control en el centro del campo hasta la segunda mitad, ya con todo resuelto y con superioridad numérica sobre el césped, presentaron la candidatura en la categoría de "Equipo versátil del año" manejando los tempos de forma brillante. Luis Suárez parece que no acaba de arrancar, pero asiste. Messi parece que no está, pero en su día "flojo" desborda e inicia dos jugadas de gol y Neymar, a la chita callando, sigue jugando de cara a la galería muchas veces pero siendo decisivo de cara a portería.

Con el tridente ofensivo vamos a decir "a medio gas" y con una zaga centradísima, tanto en el eje defensivo (Mascherano solo chirrió en el primer gol y Piqué estuvo de diez) como en los laterales (Alba dio una lección soberbia, especialmente en la jugada del 2-3, y Alves hasta me parece mejor jugador en las últimas semanas), y con garantías en la portería (Ter Stegen no pudo hacer nada en ninguno de los dos goles locales, incluso adivinó la trayectoria en el penalti), con todo esto y la capacidad de acoplarse a las necesidades del partido, sobreponiéndose al resultado y al ambiente, como hizo anoche en el Vicente Calderón (aunque deseo que no se acostumbren a jugar así, por el bien de los culés amantes del juego de toque), el Barça tiene cada vez más pinta de equipo y de poder plantar cara (y quizás algo más) en las tres competiciones. Barçatilidad.

viernes, 16 de enero de 2015

La otra Copa


Se le presuponía un descanso merecido a los habituales del Barça en el Martínez Valero y así fue.
No obstante, con el equipo suplente y algún que otro canterano, los de Luis Enrique no dejaron lugar a la duda y volvieron a machacar al Elche (0-4, con 0-9 en el global) en un partido que solo sirvió para que los que vienen por detrás cogieran confianza y para prolongar la agonía de un Elche que, tal y como mostró Fran Escribá con su alineación, estaba ya pensando en el próximo compromiso liguero ante el Levante. Por tanto, se vio a otro Elche y también a otro Barça. Y este no fue distinto únicamente en lo referente a la alineación, sino también en lo táctico.

El Barça fue otro especialmente por la incursión de Adama Traoré en el once inicial. La Flecha de L'Hospitalet, aunque a veces pecó de individualista, se mostró como el jugador potente y con descaro que es. Un extremo al uso que le puede aportar al conjunto azulgrana cosas bien diferentes de las que estamos acostumbrados a ver.
También destacó, ahora en el aspecto defensivo, la vuelta bajo los palos de Ter-Stegen.
El guardameta alemán, además de cumplir con nota en el partido de ayer, enseñó una faceta que recuerda al Neuer del último año y que bien podría aplicarse en este Barça. El ex del 'Gladbach no dudó en salir del área en varios balones largos del Elche que el teutón se encargó de controlar con templanza y calidad para desbaratar el ataque local. Quizás la figura del portero-líbero podría tomarse con algo de sorna en los tiempos que corren, pero puede ser un recurso defensivo eficaz en algunas acciones.
Pese al partido realizado por el extremo y el portero-líbero, que parecía transportar el juego del Barça a décadas anteriores, en el centro del campo la consigna fue la habitual y se pudo ver el juego combinativo de casi siempre. El debutante Gerard Gumbau cumplió en su estreno y Sergi Roberto tuvo oportunidad de prodigarse algo más que de costumbre con un gran gol que ponía el 0-2 en el electrónico. Antes de eso y de que Pedro mostrara jerarquía lanzando el penalti y anotando el tercero, Mathieu también tuvo su ocasión de lucirse con el 0-1 en un libre directo perfectamente ejecutado.

La segunda parte pareció casi una pachanga y las ocasiones se fueron trasladando de área a área hasta que en los minutos finales Adriano también mojaba, ahora de cabeza, y a centro de Douglas (ojo, que Douglas ya ha demostrado con esta acción centrar mejor que Alves) para hacer el definitivo 0-4.
Halilovic, que entró en el último tramo (y con el dorsal 30, igual que el del debut de Messi, ¿coincidencia?) pudo anotar un buen gol, pero el balón se topó con el palo.

Ahora, la Copa depara unos cuartos de final eléctricos entre Barça y Atlético. Seguro que aquí veremos al Barça de gala, pero es bueno saber que dispones de otros recursos y jugadores de perfiles diferentes, sobre todo para saborear esa 'otra' Copa.

martes, 13 de enero de 2015

El Barça-Atlético de siempre


El Barça-Atlético volvió a ser lo que era para los barcelonistas. Aquel partido de buen juego, espectáculo y vistosidad y en el que, por descontado, ganaba el Barça.
Los azulgranas, que llevaban una racha de seis partidos sin poder ganarle al Atleti, parecieron encontrar la tecla con la que desactivar al conjunto del Cholo Simeone.
Lo hicieron con buen fútbol en ataque, con verticalidad y rapidez en las transiciones ofensivas tratando de no descuidar la posesión, con buena presión arriba, con solidaridad defensiva y concentración, con calidad, talento, algo de suerte y hambre. Hambre, algo que se podía echar en falta en los de Luis Enrique en algunos partidos. Y mentalidad ganadora.
Está claro que Messi hizo un gran partido y recordó en algunos puntos a su mejor versión: por la concentración, las ganas de marcar, de lucirse incluso, intentando regates y acciones que le suelen salir cuando está motivado e inspirado.
El gran triunfo del Barça, más que en el 3-1 que reflejaba el marcador al final del partido, se halla en la recuperación del hambre de ganarle a un rival directísimo como en el que se ha convertido este Atlético.
No pudieron vencer a los rojiblancos el año pasado en seis encuentros y este año, a la primera, han demostrado que si quieren, pueden.
Parece que el Barça (con el que debería ser su once de gala, por cierto) ha encontrado la manera de frenar a un Atleti que estaba enrachado contra los azulgrana. No se trata de cambiar el estilo de juego, sino de perfeccionar lo que ya se hacía bien y, sobre todo, mejorar en lo que claramente fallabas.
Por ejemplo, la solidez defensiva y la manera de atacar. Cuando ha quedado demostrado que con ataques estáticos no puedes sorprender a una defensa como la colchonera, toca buscar nuevos métodos. Uno de ellos, el que se vio el domingo: transiciones rápidas (es decir, un estilo más cercano al contragolpe, aunque nos chirríe un poco esa palabra), con una mayor verticalidad para encarar el área rival (con los centros de Alves poco se puede esperar) y con un intento de resolución que no supere los cuatro o cinco toques. Y así llegaron los tres goles azulgranas.

El partido, cómo no, tampoco estuvo esta vez exento de polémica. Undiano Mallenco prosiguió su papel de juez excesivamente permisivo con algunas acciones (entradas en algunos casos extremadamente duras, como el planchazo de Giménez a Neymar, que ni siquiera fue sancionado) y otras cuestiones de visualización casi milimétrica como el control con el brazo de Messi que precede al 2-0 o el penalti que el argentino no cometió y sí fue pitado por el colegiado navarro.
Sobraron en el partido algunas tanganas (aunque estas ayudan también a que un Barça-Atlético sea lo que es) y algunas actitudes como la inclasificable chulería de Mandzukic mandando callar al Camp Nou tras anotar, de penalti, un gol que solo reducía distancia en el marcador (!).

El Camp Nou volvió a conjurarse una vez más con el equipo en "una de esas noches" y la comunión afición-jugadores fue total, lo que sirve de paso para acallar algunas voces críticas durante unos días tras el malestar institucional generado últimamente.

Solo se echó en falta, y esto ya es una apreciación personalísima, que el partido se hubiese emitido en abierto y por TV3. Con su Pere Escobar, su Pichi Alonso, su Sergi Albert e incluso su Jordi Culé en la celebración de los goles azulgranas. Como en los Barça-Atlético de antaño, aquellos en los que reinaba el espectáculo, la tensión, la emoción, los goles y, sobre todo, en los que el Barça ganaba.
Eso sí parece haber vuelto.

viernes, 9 de enero de 2015

PalCopa

Messi hizo que el Camp Nou se tomase la Copa en calma

No todos los días uno puede disfrutar de un partido en el Camp Nou y, menos aún, de hacerlo desde un palco privado.
Y ahí estábamos mi hermano, yo y unos amigos disfrutando desde ese espacio VIP de un Barça-Elche de octavos de Copa del Rey que se antojaba casi como un paréntesis competitivo entre la última derrota liguera y el que se presupone un difícil partido contra el Atlético.

El encuentro tuvo de todo: vino, cerveza, cava, cátering salado y dulce...
No, en serio. Más allá de la embriaguez personal producida por la privilegiada localización (y la que lograron el tinto y la Alhambra Negra, seamos honestos), se pudo disfrutar de un muy buen partido del Barça, que salió casi con el equipo de gala a ganar desde el primer minuto, sin especular y con la intención de hacer su fútbol y desarmar, de paso, la idea de Fran Escribá de que el Elche llegara con vida al partido de vuelta en el Martínez Valero.
Messi, Neymar y Suárez se pusieron las pilas nuevamente y dieron buena muestra de su calidad ya durante los primeros minutos, aunque la lata franjiverde tardó 34 minutos en abrirse. Gran recuperación de Suárez, combinación Messi-Sergi Roberto (muy correcto) nuevamente con el uruguayo y Neymar finalizando casi a puerta vacía. Jugada de tiralíneas que dejaba intuir por dónde iban a ir los tiros. Cinco minutos después, Luis Suárez calcando el movimiento del gol que le hizo al APOEL y poniendo el segundo, antes de que Messi hiciera de penalti el tercero sobre la bocina del descanso.
Tres a cero en la primera mitad. Desde la grada de animación corrieron los cánticos y se coreó el nombre de Luis Enrique, algo a lo que la gran mayoría de aficionados (esos pobres infelices que no eran VIP) respondió con sonoros silbidos y con otro nombre, Messi, en respuesta a modo de barómetro sobre las preferencias del aficionado culé en ese pulso tenso entrenador-estrella del equipo.

Durante el descanso, mientras satisfacía mi necesidad nicotínica, pensaba en si el técnico del Elche tendría ese alarde de locura para hacer jugar al único jugador visitante que nos interesaba, Víctor Rodríguez, así como al goleador del equipo, Jonathas, en un intento de darle vidilla a la eliminatoria en lugar de pensar con tanta cordura en las aspiraciones reales del conjunto ilicitano y en su próximo compromiso liguero en San Mamés. No hubo suerte y nos quedamos sin ver a Víctor (mi padre y mi sobrino sí lo hicieron y, de hecho, llegaron a hablar con él desde la banda para que el barberense se dejara fotografiar, algo a lo que accedió amablemente).

Con el partido cada vez más resuelto gracias al 4-0 de Jordi Alba y al quinto, obra nuevamente de Neymar (goles que me perdí por prestarle más atención al cava que al fútbol, pero que pude ver repetidos por la tele que había en nuestra sala), el encuentro acabó de tener aliciente definitivamente -más allá de si el Barça lograba algún gol más- cuando el Elche hacía el tercer cambio.
En el palco que quedaba a nuestra derecha, sus ocupantes, aficionados del Elche, animaban al polaco Tyton en la portería visitante. Yo iba apurando mi vaso de plástico y acordándome de una frase pronunciada por Cruyff: "Cuando vas ganando 4-0 y quedan 10 minutos de partido, es mejor dar al poste un par de veces para que el público grite 'ooooh'. Siempre me ha encantado ese sonido cuando la pelota da con fuerza al poste..."
Pues esa era la única esperanza que nos quedaba, que el Barça metiera alguno más o que al menos siguiera dándole emoción al partido, en pause desde el minuto 59, con alguna ocasión clara.
Pedro tuvo la suya al poco de entrar y Messi y Suárez lo siguieron intentando para aumentar la ya inexorable ventaja. Fueron cinco los goles del Barça al final, pero pudieron ser siete u ocho tranquilamente a tenor de las ocasiones claras de Neymar en la primera parte, de un claro penalti no señalado sobre el brasileño y de un gol (mal) anulado a Messi por fuera de juego.
El Elche no llegó a tirar a puerta en todo el partido, algo que no pareció que fuese a quitarle el sueño a nuestros vecinos de palco franjiverdes.

27000 asistentes (una entrada floja, floja) abandonaron el Estadi.
Y entre ellos, nosotros, dejando atrás aquel partido de Copa (vaya que sí lo fue), las bebidas y la comida de aquel palco de Prosegur al que cortésmente fui invitado y al que probablemente nunca volveré.

martes, 6 de enero de 2015

Planes de millones, millones de planes


Así empezaba Ven, dame, tema del álbum La Mami Internacional (2000) de uno de mis grupos favoritos, 7 Notas 7 Colores.
El FC Barcelona parece tener millones de planes con respecto a su futuro. A la destitución de ayer de Zubizarreta se le unía de forma inmediata el autodespido de Carles Puyol y el supuesto interés y contacto de Bartomeu con Monchi para que el sevillista ocupe el puesto de Director Deportivo en Can Barça, algo que el exfutbolista habría declinado inteligentemente (recuerden: el Barça no podrá fichar hasta invierno de 2016, con o sin Director Deportivo). Para acabarlo de arreglar, Leo Messi, que no parece mantener la mejor relación posible con Luis Enrique, ha empezado a seguir al Chelsea en Instagram (!) y los rumores sobre el futuro del argentino comienzan a emitir una sensación rara en el entorno barcelonista. Planes de millones.
Messi, Neymar y Alves fueron suplentes en Anoeta presumiblemente porque, al haber disfrutado de unos días más de vacaciones navideñas que el resto, ahora debían afrontar las consecuencias del beneficio que el propio Luis Enrique les habría otorgado. De locos.

Y ahora ya sí, hablando de Anoeta y del partido frente a la Real Sociedad, poco que decir. El Barça no supo aprovechar el pinchazo del Madrid en Mestalla para ponerse líder y prolongó su mala racha en San Sebastián (desde 2007 sin ganarle a la Real en su estadio). Los azulgranas hicieron una muy mala primera mitad. Jordi Alba marcó en propia el que a la postre sería el único tanto del partido. Luis Suárez casi desaparecido (ha llegado el momento de comenzar a exigirle goles), un Munir que ha ido de más a menos y un Pedro que... bueno, todos queremos a Pedro. Con una escasísima elaboración de juego, pocas ocasiones de gol claras y asfixiados por la presión erreala en la primera parte, el Barça fue un reflejo de sí mismo en Málaga y Getafe.
En la segunda, ya con Messi, Neymar y Alves sobre el césped (y Montoya, que ahora hasta juega los noventa minutos) el equipo dio otra imagen, llevando mucho más el peso del partido, es cierto, pero con la misma sensación de ineficacia y falta de ideas cuando la cosa se ha puesto cuesta arriba y toca remontar. Y es que, cuando vas por debajo en el marcador y aun así te empeñas en finalizar las jugadas bajo la portería rival, se echa de menos a un Rakitic (sí, ese jugador croata tan bueno que fichó el Barça este verano) que pruebe desde fuera del área.


El Barça vive un momento delicado que podría agravarse con el devenir de los acontecimientos a corto-medio plazo (Atlético en Liga, Atleti o Madrid en cuartos de Copa -eliminando antes al Elche, no vayamos de sobrados- y Manchester City en Champions).

<<Problemas en el aire es el aroma>> rezaba una de las líneas de Mucho Muchacho en aquella canción.

sábado, 20 de diciembre de 2014

Los huevos de Djukic

Luis Suárez marcó su primer gol en la liga española y contribuyó a la 'calentura gonadal' de Djukic
Todo parecía presagiar una tarde de goles y espectáculo cuando Pedro hacía el 1-0 en el primer minuto de partido. Los de Luis Enrique, en el último encuentro del año, han salido con ganas y se han prevenido, con ese gol tempranero, del juego defensivo y la tozuda e impenetrable defensa del Córdoba. 
Solo Sevilla y Valencia, con tres goles (aún con Albert Ferrer en el banquillo), y Atlético, con cuatro tantos, habían conseguido marcarle más de dos goles al conjunto califal. Al Córdoba, pese a su buena actitud defensiva, le falta gol. Y eso es lo que puede cambiar un partido.

El Barça se había adelantado pronto, pero la lluvia de goles que se antojaba en el Camp Nou se vio frustrada por cierto bajón de los azulgrana añadido a la férrea defensa blanquiverde.
El Barça se atascó en la elaboración y pecó de benévolo en tareas defensivas permitiendo que el Córdoba, prácticamente con Borja García y Ghilas solos a la contra, inquietara la portería de Claudio Bravo. Además los culés, bastante espesos en la labor combinativa, tuvieron que recurrir a las faltas (14 del Barça por cuatro del Córdoba) para cortar el juego del equipo andaluz, que gozó de posesiones largas en varios tramos. El Barça no es que hubiera perdido el control ni viera peligrar el resultado, pero tampoco acababa de tener el partido donde quería.

En la reanudación, Luis Suárez hacía su primer gol en la Liga española y ponía el 2-0 que parecía empezar a aclarar el signo del partido. Sin embargo, el Córdoba siguió jugando como si la cosa no fuera con él y el Barça no acabó de estar cómodo.
Pese a que los locales buscaban la profundidad (solo Jordi Alba, como viene siendo habitual últimamente, la estaba logrando de forma efectiva) y el juego de toque, el partido seguía ciertamente atascado para los azulgranas, que acabaron sentenciando el encuentro con tres acciones más bien aisladas que poco trenzadas o espectaculares en lo futbolístico.
En el 80', Piqué remataba de cabeza y hacía el tercero de la tarde y de su cuenta particular en esta temporada. Dos minutos después, Messi se encontraba un balón suelto dentro del área y enviaba el balón a la escuadra con pierna derecha. Y ya en el descuento, y de nuevo con su pierna diestra, Leo fusilaba a Juan Carlos y hacía el definitivo 5-0, resultado algo engañoso a merced de lo mostrado por ambos equipos sobre el césped.

Demasiado premio para el Barça, que no ha hecho un partido brillante ni mucho menos, y excesivo castigo para un Córdoba que, pese a haber plantado cara, siguió recibiendo una reprimenda en la sala de prensa: “Hemos tenido falta de huevos. Hemos venido a pedir camisetas al Barça. Siento vergüenza. Aquí juegan los que tengan huevos” manifestó Miroslav Djukic al término del partido, claramente enfadado con sus jugadores.
Quizás viera el exdeportivista un partido diferente al que habrán entendido la mayoría de los espectadores: que el Barça, con poco, casi a medio gas, puede golear a un equipo como el Córdoba y que el Córdoba tiene que hacer prácticamente el partido de su vida y aprovechar los errores del rival para poder sacar algo provechoso del Camp Nou.
Y cada equipo tiene lo que tiene. No es una simple cuestión de huevos.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Todos contentos

Los jugadores del Barça debutantes y menos habituales, los de la SD Huesca al completo y los aficionados que presenciaron el partido en el Camp Nou disfrutaron de la experiencia. Foto: Bàrbara Solanes

El Barça se regaló un festín de goles en la vuelta de dieciseisavos de la Copa del Rey ante el Huesca. El 8-1 final que reflejaba el marcador, más allá de colocar un ¿sonrojante? 12-1 favorable al conjunto azulgrana en el global de la eliminatoria, desataba la felicidad en las gradas del Camp Nou también para los aficionados de la SD Huesca, que habían conseguido hacerle un gol al Barça en su propio campo. A pesar de la abultada derrota, Luis García Tevenet y los suyos también se fueron contentos de la ciudad condal.

En los locales, todos contentos también. Desde Luis Enrique, que disfrutó con el juego de sus futbolistas, pasando por Pedro, que marcó un hat trick 'perfecto' -con la zurda, con la diestra y de cabeza-, por jugadores menos habituales como Masip -que se estrenó en la portería azulgrana-, Sergi Roberto -que también mojó-, continuando por Martín Montoya -que volvió a jugar tres meses después- y acabando por Adama Traoré, quien con un gol que recordó a los que hacía Ronaldo -salvando las distancias- se estrenó como goleador con el FC Barcelona.

Menos contento estaría, seguramente, Juan Esnáider (sí, el hijo del mítico Esnáider), que tuvo dos remates, el segundo de ellos al palo, en los primeros minutos de partido.
En cuanto la maquinaria culé de Serie B se puso a funcionar, los goles fueron cayendo en la portería de la SD Huesca que, no obstante, dio la cara en todo momento e incluso se permitió trenzar jugadas de calidad en terreno de juego rival con un Álex Bernal como jugador destacado.

El Barça no tuvo piedad del rival y acabó encerrando en su campo al Huesca, que aun así dio la cara. Foto: Bàrbara Solanes

Tras el 5-0 al descanso (tres de Pedro, uno de Iniesta, sublime en la finalización, y otro de Sergi Roberto), la segunda mitad daba paso a un escenario no muy cambiante en el que otros menos habituales tuvieron su oportunidad de postularse al once del Barça. Nombres como Adriano, que hizo el sexto de la noche, Montoya, que completó el partido, el cuestionado Douglas o los emergentes Sandro (anotó el séptimo) y Adama la Flecha de L'Hospitalet -que marcó un golazo- gozaron de opciones para reivindicarse junto a otros ya 'consagrados' como Munir o Rafinha, quienes también tuvieron ocasión de lucirse -a veces en exceso- en la noche de ayer. Todos contentos.

Y contento tuvo que estar, y mucho, el último entrevistado en Balompédica Mente, Francesco Scardina (puedes leer su entrevista aquí) que, tras superar su lesión, fue titular -de hecho, jugó los 90 minutos- y capitán de la SD Huesca en el lateral izquierdo.

El partido, disputado en el marco de la Diada del soci solidari, congregó a algo menos de 45.000 espectadores -casi media entrada- en el Estadi, algo positivo teniendo en cuenta las circunstancias del encuentro como el horario, la entidad del rival y la situación de la eliminatoria (el Barça venía con un 0-4 de la ida).
Las entradas, repartidas entre un total de 484 entidades y asociaciones de carácter social, permitieron disfrutar del espectáculo en el Camp Nou a aquellas personas y colectivos más desfavorecidos que normalmente no pueden acceder a presenciar un partido del Barça en su estadio. Todos felices y contentos.

Y, en el minuto 86 y ya con 8-0 en el marcador, la alegría para los jugadores y aficionados de la SD Huesca: Carlos David, que curiosamente ya disputó la ronda de dieciseisavos contra el Barça la temporada pasada en las filas del Cartagena, se anticipa a Sergi Roberto y cabecea en un córner para hacer el gol del honor visitante. Gol merecido a tenor de lo visto tanto ayer como en el partido en El Alcoraz.
Bien por los jugadores de la SD Huesca, quienes más allá de protagonizar las ya clásicas imágenes de futbolistas que pisan por primera vez el césped del Camp Nou, supieron plantar cara -en la medida de lo posible- al Barça y llevarse un bonito e indeleble recuerdo de su paso por el estadio barcelonista.

Todos contentos.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Azulón + carmesí= gris oscuro

Ni azulón ni carmesí. El Getafe-Barça se fue tornando cada vez más gris
Partido feo el que se vio en el Coliseum Alfonso Pérez entre Getafe y Barça.
Los locales, defendiéndose perfectamente, lograron desarticular todas las acciones azulgranas (hoy carmesí) en un partido tácticamente irreprochable de los azulones, quienes tampoco se fueron del todo contentos a pesar del empate ante el Barça.
Luis Enrique volvía a incorporar a los laterales Alves y Alba en el once titular, con resultado dispar. Mientras el brasileño tuvo demasiados quebraderos de cabeza por su banda en el marcaje de Lafita y se marchó lesionado a diez minutos del final, el ex del Valencia se acopló con frecuencia al ataque y pudo crear peligro por banda izquierda, especialmente en la segunda mitad.
En esa segunda mitad, el Barça quiso mantener la posesión que había tenido en la primera y huir del juego enmarañado y gris que estaba envolviendo el partido focalizando sus intereses en la portería rival.
Volcados en ataque, aunque sin llegar a hacer un buen partido, los de Luis Enrique se atascaron en el área getafense. El equipo de Cosmin Contra forzaba las pérdidas de balón culés y trataba de salir al contragolpe sin demasiado éxito, pero lo que sí ha logrado al menos ha sido neutralizar las opciones ofensivas del Barça. Primero en el marcaje, con jugadores sensacionales en el día de hoy como el uruguayo Emiliano Velázquez y Naldo en el centro de la zaga, que además han blocado todos los disparos habidos y por haber de los Messi y compañía. En segundo lugar, el larguero y posteriormente Guaita, que se han encargado de repeler dos tiros libres del argentino.
El Barça llegaba y llegaba al área del Getafe, pero los centros de Alba y, sobre todo, los intentos de asistencia de Pedro -que ha corrido tanto como siempre, pero ha estado igual de estéril en ataque-, se perdían en la nada o no lograba aprovecharlos un Luis Suárez que, junto a Messi, se desesperaba en ataque.
En la medular, el Barça tampoco ha tenido su día. A un Rakitic casi testimonial -el croata ha dado paso a Iniesta en el último tramo-, un Busquets impreciso y un Xavi que no ha tenido la suficiente claridad para visualizar el último pase, hay que sumarle las características propias de un partido trabado en el que los azulgranas , a pesar de contar con el 76 % final de posesión de balón, no ha tenido un control claro del partido.
El Barça ha acabado buscando en los balones colgados al área un pequeño milagro como el que vivió en Mestalla, pero hoy no ha sido posible. Quizás merecieron más los de Luis Enrique por la intención mostrada en ataque (23 disparos en total), aunque el empate ha acabado siendo justo viendo el juego de uno y otro equipo.
Mención aparte para Bikandi Garrido, cuya actuación ha sido muy deficiente en la tarde de hoy. En la primera parte, el colegiado vasco se tragaba dos penaltis consecutivos, uno en cada área, por unas manos clarísimas de Valera y Alves, respectivamente. Durante el encuentro siguió un criterio desconcertante: tan pronto señalaba faltas al más mínimo contacto como permitía o dejaba sin sancionar entradas duras, especialmente del Getafe, que ha triplicado en infracciones al Barça (24 a 8) y solo ha visto una amarilla, la única del partido. Los asistentes de Iñaki Bikandi Garrido tampoco han estado afortunados y en la primera mitad le han marcado un fuera de juego vergonzoso a Jordi Alba. Para acabar de adobarlo, con el tiempo extra aún no cumplido, el árbitro ha decidido pitar el final justo cuando Álvaro Vázquez parecía que iba a encarar a Claudio Bravo en una jugada manifiesta de gol.

Partido en definitiva feo el que se ha visto en Getafe. Azulones y carmesíes han ido entrando poco a poco en una espiral de juego que, acompañada de las condiciones meteorológicas, iba induciendo progresivamente el partido hacia una tonalidad gris oscura.
Cuando el aguacero acabó de agrisar el cielo getafense, el buen fútbol ya se había marchado de la localidad madrileña.

El Barça no podrá acabar el año como líder de la Liga ni siquiera de forma provisional.
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