domingo, 23 de febrero de 2014

Don-hostia

Un mal planteamiento del Tata Martino, la bajísima intensidad de los jugadores azulgranas y un espectacular partido de la Real Sociedad le propinan un contundente revés a un Barça que venía de cuajar una semana perfecta.

La credibilidad y la confianza son muy similares: cuesta mucho tiempo ganárselas y se pueden perder en poco rato. Algo así le pasó anoche en Anoeta al Barça. Después de los últimos partidos, que habían generado optimismo e ilusión en el aficionado culé, la derrota por 3-1 ante la Real volvió a poner a los de Martino en su sitio en la liga. Empezando por el técnico argentino, que se equivocó rotundamente en el planteamiento, el Barça jugó ayer en San Sebastián un partido horrible.
Lejos de pretender ser ventajista por el resultado adverso de ayer, las rotaciones en el once inicial fueron una muy mala decisión. Primero, porque ante la Real Sociedad, ávida de venganza tras la reciente eliminación copera a manos del conjunto culé, no había lugar para la especulación. Había que salir a ganar sí o sí, más teniendo en cuenta que el Madrid había hecho lo propio ante el Elche y ya era líder provisional. Y segundo, porque el siguiente partido, el del fin de semana que viene (ya que no hay ningún partido entre semana) en el Camp Nou, ante el Almería es presumiblemente mucho más asequible y las rotaciones y los descansos tendrían mayor sentido. Ayer no. Ayer había que reivindicarse tras la victoria en Mánchester, que ya había puesto a más de uno por las nubes. La poca intensidad (de actitud no quiero ni hablar) hizo que el Barça regalara el partido prácticamente desde el minuto 1. Los txuri urdin fueron superiores durante todo el encuentro y cuajaron un partido sensacional, con especial mención para el pletórico Carlos Vela.
El conjunto local se adelantó en el marcador en el 32' con un remate con el pecho en propia meta de Song, titular ayer (primer error, porque la idea del Tata era que el camerunés acompañara en la medular a Busquets para crear juego y para contener las contras locales. El ex del Arsenal no hizo bien -como casi siempre- ni una cosa ni la otra.
A los cuatro minutos, llegó el empate azulgrana por mediación de Messi, tras pase de Montoya y después de que Busquets la dejara pasar por debajo de las piernas en un hábil movimiento. Solo fue un espejismo con el que se llegó al descanso.
En la reanudación, los donostiarras siguieron en su línea y, en el minuto 53', en una jugada en la que Bartra peina el balón hacia atrás (¡qué hace en el banquillo Mascherano, por favor!), se la lleva Vela, pone el esférico a la derecha y Griezmann (¿estás ahí, Adriano?) pone el 2-1 con su pierna menos buena.
El Barça empezaba a estar noqueado. Y la Real lo aprovechó, porque a los cinco minutos del segundo llegó el tercero. Balón suelto en el ataque derecho local, Griezmann levanta la cabeza con todo el tiempo del mundo y la acaba poniendo al punto de penalti para Zurutuza -que entra desde atrás, rompiendo el fuera de juego perfectamente- con la caña preparada para sentenciar el partido. Sentenciado, sin opción a réplica, porque el Barça no sabía qué hacer, ni a qué jugar, y más de uno no sabía del todo a qué había ido a San Sebastián, por lo que el marcador ya no se movió. Pautasso (Martino había sido expulsado al descanso por insultar al segundo entrenador realista) hizo entrar a Cesc y Alexis por Song y Montoya, respectivamente, pero era demasiado tarde. No había nada que rascar. Y suerte que en el minuto 80 el remate del mexicano Vela se estrelló en el palo porque habría sido el cuarto y ya humillante gol.
En definitiva, un Barça irreconocible en Donostia ("Donhostia", tras el varapalo) que ve trastocadas sus aspiraciones en liga. El Barça, además, no gana en Anoeta desde 2007. No hace falta recordar que esta no será la mejor temporada de los culés en el País Vasco.

Ahora, la liga pasa por lo que ocurra esta noche en El Sadar, donde el Atlético se la juega y, especialmente, por lo que suceda la semana que viene en el derbi madrileño en el Calderón. Seguiremos informando.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Superbarça In Proelia

Haciendo un fácil juego de palabras con el lema latín que forma parte del escudo del Manchester City, "Superbia In Proelia" ("Orgullo en la batalla"), podemos describir el resultado de la lucha que se vio anoche en el Etihad Stadium:
Los hombres de Martino llegaban bastante igualados en fuerzas contra los soldados de Pellegrini, El Ingeniero (deslenguado tras la batalla) pero sacaron lo mejor de sí mismos para dominar en el campo de combate. Lo lograron no dejándose vencer por el respeto que les provocaba el rival, no cediéndoles demasiado terreno para que pudieran atacarles y, en los pocos episodios en que esto ocurrió, resistiendo con fuerza los embates citizen.
La Blue Moon relució especialmente para los guerreros visitantes, que mostraron buena parte de su arsenal -posesión de balón, básicamente- desde el primer minuto de la balompédica cruzada.
El primer acto de esta batalla se desarrolló con una especie de pacto de no agresión, sin demasiada violencia por ninguna de las dos partes que, simplemente, enseñaron sus credenciales con poca ferocidad.
En la segunda mitad, el Barça, que quería seguir avanzando sobre el terreno con las mismas armas, añadió algo de tesón a su estrategia, y así consiguió llegar por primera vez con verdadero peligro al fuerte de Hart. A escasos metros de la muralla local, el general Messi fue derribado por el teniente Demichelis. Penalti, tarjeta roja y el central argentino, fuera de combate.
A partir de ese momento, el Barça fue dueño y señor de la batalla, con algún intento local de igualar la contienda, aunque desarmado siempre por los comandantes Mascherano, Piqué y Valdés. El City entregó las armas definitivamente.
Los orgullosos luchadores de Martino se quitaron el escudo quizás demasiado tarde, pero con el tiempo suficiente para dar el tiro de gracia, esta vez por mediación del cabo Alves. 0-2, Etihad Stadium conquistado por el regimiento culé y victoria de consecuencias incalculables en Europa.
Superbarça In Proelia.

lunes, 17 de febrero de 2014

Don Omar

Hoy, 17 de febrero, se cumplen 40 años del histórico 0-5 del Barça en el Bernabéu. También ese día nació Michael Jordan. Tres siglos antes, igualmente un 17 de febrero como hoy, la Inquisición asesinó a Giordano Bruno y 73 años después Molière moría mientras se estaba representando su obra El enfermo imaginario. También tal día como hoy falleció el genial pianista Thelonious Monk.
En 2005, hace hoy 9 años, murió Enrique Omar Sívori. Para muchos, uno de los mejores futbolistas de la historia de Argentina y del fútbol mundial. Debutó con River Plate a los 17 años y se convirtió en una de las promesas del fútbol argentino. El Cabezón ganaría dos ligas argentinas antes de ser traspasado a la Juventus por 10 millones de pesos argentinos, todo un récord en esa época. El mismo año en que fue traspasado al conjunto transalpino ganó la Copa América disputada en Perú con una selección argentina que fue bautizada como Los Carasucias de Lima. Sívori recibió el premio al mejor jugador de la competición. Con la Vecchia Signora conquistó dos Scudetto y dos copas de Italia formando parte de lo que se conocería como El Trío Mágico, junto al ya reconocido Boniperti y al que probablemente sea el mejor jugador galés de siempre, John Charles. Un trío de ensueño que encandiló a los aficionados y que reventó los registros anotadores (el cabezón, además, fue Capocannoniere en 1959). Para entonces, Omar ya se había hecho con la doble nacionalidad, lo cual posibilitó que en 1961 ganara el Balón de Oro, sacándole 6 puntos de ventaja al español Luis Suárez, vigente ganador del galardón. Y fruto de esa nacionalidad italo-argentina, en 1962 disputó el mundial de Chile con la squadra azzurra.
En 1965 se fue al Nápoles. Con el equipo sureño alcanzó el subcampeonato liguero, todo un éxito para la entidad partenopea. Sívori se convirtió en todo un ídolo de la afición, sentando las bases que establecería Maradona dos décadas después. Se retiró en 1968 tras una lesión de rodilla y dirigió, ya como entrenador, a varios clubes argentinos: Rosario Central, River Plate, Estudiantes de La Plata, Racing y Vélez Sarsfield. Asimismo, dirigió a la selección argentina en la fase de clasificación para el mundial de Alemania '74, logrando la albiceleste el pase.
Enrique Omar Sívori, puesto 36 en la lista de los mejores jugadores del siglo XX según la IFFHS y puesto 16 en la tabla que la propia Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol publicó sobre los mejores jugadores sudamericanos del siglo XX.
441 partidos disputados en competiciones domésticas, copas internacionales y encuentros de selección en los que marcó un total de 228 goles, promediando un espectacular 0'52 goles por partido.
Falleció en su ciudad natal, San Nicolás de los Arroyos (Buenos Aires), hace hoy 9 años.
Descanse en paz, Enrique Omar Sívori.

domingo, 16 de febrero de 2014

Seis partidos amistosos y una final anticipada

Me gustaba ver aquellos partidos del Barça en la extinta Recopa de Europa y en la antigua Champions League, no por ver un partido necesariamente bueno ni de primer nivel, pero sí por ver jugar a mi equipo un duelo inédito o poco frecuente contra un equipo 'raro' al que nunca antes se había enfrentado, lo que añadía al encuentro un atractivo y un toque exótico.
Cuando el martes eche a rodar el balón en el tan esperado Manchester City-FC Barcelona, citizens y culés se enfrentarán por primera vez en su historia en partido oficial. Sin embargo, eso no significa que ambos equipos no se hayan visto antes las caras sobre el césped. Hasta en seis ocasiones se han enfrentado los dos equipos en partidos amistosos. Curiosamente, como pasa en los seis precedentes entre Barça y Madrid en lo que a finales coperas se refiere, el balance aquí también está tres a tres. El martes empezaremos a hablar en serio sobre el historial de partidos entre Barça y Manchester City, pero antes, un repaso a los antecedentes entre azulgranas y sky blues:
El primero de estos partidos se disputó el dos de junio de 1952 en el viejo campo de Les Corts, un partido en el que el FC Barcelona le endosó al Manchester City un contundente 5-1 (con hat trick de Kubala).
El duelo se reeditó en Les Corts cinco años más tarde, concretamente un ocho de mayo -a cuatro meses para que se inaugurara el Camp Nou- y el Barça se impuso esta vez por 3-2, con goles de Villaverde, Tejada y Sampedro por parte del conjunto catalán.
Idéntico resultado se produjo en el Camp Nou, ya en 1974, el doce de noviembre, esta vez con goles azulgranas de Juan Carlos, Cruyff y Marinho, en un partido que sirvió para celebrar el 75 aniversario del FC Barcelona.
El cuarto enfrentamiento llegaría en el '86, en la semifinal del trofeo Colombino, disputado en la capital onubense. Robert inauguró el marcador para el Barça y Wilson puso las tablas. Al final, el City se llevó la victoria en la tanda de penaltis.
El diez de agosto de 2003, en el torneo City of Manchester en el marco de la inauguración del estadio del Manchester City, los sky blues derrotaron a los culés de Rustu, Reiziger y compañía por 2-1, con goles de Anelka, de Saviola para hacer el empate y de Sinclair para la victoria local.
El último Barça-City se jugó en 2009, el diecinueve de agosto. Era el Gamper y un gol de Martin Petrov impidió que el trofeo se quedara en casa.

El martes empieza el historial de verdad con una eliminatoria de octavos de final de la Champions que bien podría ser la final.

Música en Mánchester

<<Where will it end? Where will it end?
Where will it end? Where will it end?>> reza el estribillo de Day of the Lords, el tema que más me gusta de Joy Division, la extinta banda natal de Mánchester, donde el Barça ha jugado tantas veces contra el United y donde jugará el martes por primera vez en partido oficial ante el City.
<<¿Dónde terminará?>> se preguntaban el epiléptico, líder y malogrado Ian Curtis y los suyos. Y yo me hago la misma pregunta ahora, tras ver los últimos partidos del Barça, especialmente el del domingo pasado en Sevilla y, sobre todo, el de ayer en casa frente al Rayo Vallecano. La casa, construyéndola así, parece que no vaya a tener techo. Los pupilos de Martino están volviendo a ser reconocibles y a hacer las cosas bien. Tanto, que lo que eran dudas hace apenas un mes, ahora es alegría desbordada y optimismo a raudales, pero ojo con el City.
Tras la exhibición de ayer ante el equipo de Jémez, es fácil y lógico mirar al Manchester City con vista desafiante y sin ningún complejo. Está claro que han vuelto los mejores Messi e Iniesta, que la defensa se va consolidando partido a partido, que Neymar está listo y que ha vuelto el fútbol de toque y precisión, de posesión, de espectáculo y que se va afinando la puntería y aumentando la producción goleadora. El 6-0 de anoche lo demuestra, pero ojo con el City.
El FC Barcelona juega el martes por primera vez en partido oficial contra el 'otro' equipo de Mánchester, cuna de bandas como los mencionados Joy Division (y los posteriores New Order), The Smiths (Johnny Marr, guitarrista del grupo, llegó a hacer pruebas con el Manchester City), The Stone Roses y Oasis (si Liam no está muy ocupado maldiciendo a su hermano Noel, probablemente acudirá el martes al Etihad Stadium).
Pasado mañana asistiremos a un conciertazo en la ciudad inglesa. El City está dando auténticos recitales esta temporada y cuenta con casi toda la banda, a excepción de Agüero, que no podrá hacer ningún solo en la ida. El Barça, por su parte, llega con la orquesta al completo, con las cuerdas afinadas y deseando dar la nota. A ver si no desafina.
Where will it end? El martes empezaremos a comprobarlo.

jueves, 13 de febrero de 2014

Rondos, sí. Goles, por favor.

Después de recuperar el liderato liguero y las buenas sensaciones en el Sánchez Pizjuán, ayer en Anoeta tocaba sentenciar la eliminatoria, bien encaminada ya tras el 2-0 de la ida, y meterse en la final de la Copa del Rey, donde esperaba el Real Madrid.
Se vio en San Sebastián un partido de fútbol intenso, con dos equipos que tenían muy marcados sus roles. La Real Sociedad salió arropada por su público en un ambiente que olía a remontada quimérica.
El Barça, por su parte, saltó al terreno de juego a hacer lo que mejor sabe: jugar a fútbol.
El Tata Martino era conciente de lo que se jugaba, así que no valía especular, ni con el resultado ni con el juego, y no hubo lugar en el once titular para habituales coperos, por lo que los azulgranas salieron con su prácticamente once de gala, con Xavi, Iniesta, Busquets, Cesc y Messi juntos, algo casi insólito. Y dio resultado: el Barça sometió a la Real a una dura lección de lo que es el fútbol, aquel que se practicaba día sí, día también con Guardiola, ese fútbol en el que la posesión, el toque en corto, las triangulaciones y los laterales entrando por banda para romper la defensa rival predominaban, aquel fútbol del Barça que solo existía últimamente en la memoria culé. Ha vuelto la mejor versión del Barça. Sí, se volvió a ver a un Messi determinante (como el pasado domingo ante el Sevilla), aquel que era capaz de coger un balón en tres cuartos de campo, conducir y encarar a cuatro defensas, driblar, acomodarse el balón a la zurda y marcar, como hizo justamente ayer en el minuto 27 para poner el 0-1 y dar por sentenciada la semifinal.
No obstante, a pesar del rondo azulgrana, de esa recuperación de las mejores sensaciones, siguen fallando cosas y no hay que lanzar las campanas al vuelo; el equipo, ante tanta calidad futbolística y control excesivo del juego, a veces se relaja y baja la intensidad en defensa. Piqué ayer estuvo francamente bien, al igual que Mascherano en el centro de la zaga. Otra cosa son los laterales: Alba por el lateral izquierdo, como siempre, expeditivo... a excepción del gol de Griezmann en el 87', que valió el empate. Alves, por su parte, tiene que cargarse las pilas. Sus aportaciones ofensivas están muy bien, pero el brasileño debe tener claro que, por encima de todo, lo que tiene que hacer bien es defender. Anoche se comió un balón por alto que cayó en pies de Vela (el mejor de los txuri urdin, otra vez) y que no acabó en gol gracias a Pinto. Por cierto, el mexicano soltó en el 54' un zurdazo que se estrelló en el larguero y que vale la pena destacar. Aparte de eso, poco más. La Real vivió todo el partido a expensas del Barça. Un Barça bajo los mandos de Xavi (empieza a ser el que era), Iniesta (otro partido para enmarcar)y Busquets (en su línea habitual), con el aporte de 'falso 9 Fàbregas' y con Messi bajando y haciendo lo que le venía en gana por el centro del campo. Arriba, junto a Leo, un Pedro que está en un muy buen momento de forma y que debe seguir así.
Eso sí, otro achaque evidente a los de Martino es su falta de definición arriba. Quitando el gol de Messi y una doble ocasión del propio Leo y de Cesc que repelió fenomenalmente Zubikarai (decisivo en la eliminatoria), el conjunto azulgrana no gozó de continuas ocasiones como en anteriores partidos. El Barça hizo correr a la Real tras el balón, sí, muchos tramos del partido fueron prácticamente un rondo barcelonista, pero aún falta pegada en ataque. Intuyo que el City no será tan considerado con el Barça y, en cuanto robe un balón y tenga oportunidad, se lo hará pasar mal a los culés. Por tanto, hay que tirar más a puerta y afinar la puntería, que no solo de rondos vive el barcelonista. Rondos, sí. Goles, por favor.

El 19 de abril (si no hay cambios) veremos la primera final en la que se mete Gerardo Martino como entrenador del FC Barcelona y la séptima final copera entre Madrid y Barça, con un saldo de tres victorias para cada equipo hasta el momento.

jueves, 6 de febrero de 2014

La Copa medio llena

Y no me refiero a la afluencia de público (38.000 espectadores en el Camp Nou, la segunda peor entrada de la temporada), sino a ser positivos. Así es como tienen que ver la copa los seguidores del Barça tras el partido de anoche. Por dos razones: los de Martino hicieron ayer un muy buen partido desde el primer minuto y no cayeron en los errores del último encuentro ante el Valencia. Además de eso, los azulgranas ponen pie y medio en la final de copa.

Puede que se quiera atribuir el triunfo de anoche a goles de rebote, suerte o incluso favores arbitrales. Me niego rotundamente a pensar que, si no hubiese sido por el tragicómico gol en propia puerta de la Real en el 2-0 o por el penalti no señalado a Vela que a la jugada siguiente acabó con el 1-0, el Barça no le podría haber metido igualmente un carro a la Real Sociedad. Motivos hay para pensarlo: tres ocasiones clarísimas de Messi -una de ellas, una falta magistralmente lanzada que fue al larguero-, las oportunidades -también muy claras- de Pedro, Cesc, Alexis o Alves pero, sobre todo, el despliegue de juego que llevó a cabo el Barça desde el minuto uno hasta el noventa. Tocando, atosigando al rival, encerrándole en su área constantemente, poniéndole contra las cuerdas y generando ocasiones que, desafortunadamente para los intereses locales no se materializaron, impidiendo que el Barça lograra ayer mismo sentenciar del todo la eliminatoria. Enfrente estaba la Real Sociedad -que me parece mejor equipo que el Valencia -dicho sea de paso-, que solo consiguió crear peligro a la contra con jugadas protagonizadas por esos dos zurdos soberbios que tiene entre sus filas el conjunto txuri urdin: Carlos Vela y Antoine Griezmann. Los de Arrasate lo tuvieron cerca en dos ocasiones. Primero, en un tiro del francés que repelió muy bien Pinto. Luego, en un mano a mano del mexicano Vela que el de El Puerto de Santa María logró atajar. Eso sí, esa jugada no estuvo exenta de polémica y para muchos cambió el signo del partido. Carlos Vela llegó al área culé forcejeando con Mascherano y este pudo derribarle, sí, pero ni mucho menos me pareció un "penalti clarísimo y expulsión", como aseguraba en rueda de prensa el técnico realista. Y justo después de eso, ataque del Barça, toda la Real en su área, Busquets pasa por allí y pone el 1-0. Iñigo Martínez sigue protestando a González González por la jugada anterior, le dice que se vaya a tomar por no sé dónde y la Real se queda con diez.
Segunda parte, misma tónica. El Barça sabía que merecía mucho más que un solitario gol. El juego estaba acompañando, se estaban creando ocasiones y, por supuesto, se estaba manteniendo la actitud ganadora (sin pájaras como en el último encuentro liguero). Por tanto, el Barça lo buscaba y lo buscaba, pero no encontraba el premio. Y, paradojas y caprichos del fútbol, el premio llegó de la forma menos merecida posible. Un gran pase de Cesc al espacio para Alexis, que define con la zurda y el balón se va al palo. Mala suerte. Ah, no... se propone despejar Elustondo, el balón golpea en el pecho de Zubikarai y el 2-0 sube al marcador. Como en el 1-0, la Real pasa del cielo al infierno en cuestión de segundos.
Quedaba media hora y el Barça seguía a lo suyo. Tocando, intentando combinar entre líneas, pero era complicado: la Real había puesto cinco hombres atrás y costaba entrar. Eso sí, ocasiones no faltaron. Pedro se la jugó desde fuera del área en varias ocasiones, incluso Iniesta -que entró por Alexis- probó también desde fuera y, especialmente, una de Messi a cinco minutos del final que habría supuesto el tercero y prácticamente la sentencia de la eliminatoria. Buen partido del Barça en mi opinión y mala suerte -si esta existe- para un equipo y para el otro. Unos, por fallar tantas ocasiones; los otros, por hacerse en propia el esperpéntico 2-0. Movidas y discusiones arbitrales aparte (el Barça también reclamó un penalti, por mano dentro del área), los de Martino merecieron la victoria sin lugar a dudas. Solo las contras de la Real pudieron pasarle factura a los azulgranas. En ese tipo de jugadas deberán tener sumo cuidado los hombres de Martino, especialmente ante rivales tan potentes como el venidero Manchester City, que no suele perdonar en esas ocasiones.
A pesar de eso, me gustó el Barça. Me quedo con su mordiente ofensiva y con su dominio del balón. Quizás yo vi otro partido por la tele, porque todo el mundo habla hoy de mal juego, de suerte y de casualidades. Y estas no existen. Unas veces las circunstancias -ocasiones de gol, decisiones arbitrales...- benefician y otras perjudican. Lo que está claro es que solo por las circunstancias no se ganan los partidos. Al fútbol se gana jugando bien. Y el Barça va por buen camino. Así lo creo yo. Solo falta que jugadores y aficionados también lo vean así, con mi optimismo, con la Copa (del Rey, en este caso) medio llena.

Por cierto, la final huele ya a clásico.

sábado, 1 de febrero de 2014

A la luna de Valencia, desde Barcelona

Tras el minuto de silencio por el inesperado fallecimiento de Luis Aragonés (que en paz descanse), el Barça salió en tromba a buscar los goles y el espectáculo que animaran al Camp Nou en el primer partido de la jornada sabatina. Y empezaron bien, porque a los 7 minutos Alexis, de disparo mordido y un tanto raro, puso el 1-0 en el electrónico. Los de Martino, hoy con el once prácticamente de gala (excepto Cesc, que suplió a Iniesta) buscaron con ahínco presionar, morder y marcar. Sin embargo, a pesar de las múltiples ocasiones y llegadas que protagonizaron los azulgranas, el segundo gol no llegaba, cosa extraña, porque la primera media hora de juego fue una de las mejores que le recuerdo al Barça de los últimos meses. Entre medio, el Valencia gozaba de alguna contra cuando el Barça le cedía un balón y terreno para correr. Parecía que se iba a llegar a la media parte con el marcador como estaba, pero justo cuando Pichi Alonso decía en la retransmisión del partido que <<lo mejor que le podría pasar al Valencia es irse al descanso con 1-0>>... ¡Zas! Busquets (hoy bastante mal) pierde un balón en su propio campo, el Valencia monta rápidamente la jugada y Parejo (el mejor de los visitantes) empuja para el 1-1. Gol psicológico y jarro de agua fría para el Barça. Descanso.
Aún no había abandonado el cuerpo de los aficionados barcelonistas esa sensación extraña que había dejado el empate cuando, a los tres minutos de la reanudación, el Valencia hacía el 1-2, por mediación de Piatti, que remataba de cabeza un balón de playa al que no pudo llegar Valdés (quien, por cierto, cometió en los últimos minutos de la primera parte una salida en falso en un córner que me puso los pelos de punta).
El Barça necesitaba reaccionar de la pájara que le había dado. Se trataba de buscar a Messi entre líneas, romper la defensa valencianista (cercana al 'catenaccio') y, sobre todo, seguir manteniendo el balón, que las ocasiones acabarían llegando. A los pocos minutos, una internada del Barça en área rival provocó que mi paisano Pérez Montero señalara penalti tras una discutible mano de Ricardo Costa. Messi lanzó la pena máxima de forma imparable para Diego Alves. 2-2.
La afición del Camp Nou empezaba de nuevo a animar con fuerza, pero el Valencia, que ya estaba crecido, no quería dejar escapar la oportunidad de dar la sorpresa en el feudo azulgrana. Tanto es así que a los cinco minutos los de Juan Antonio Pizzi volvieron a adelantarse en el marcador. Un sensacional Feghouli se va de cuatro en la frontal del área, llega a línea de fondo, pone el centro atrás y Paco Alcácer le gana la partida a un difuso Piqué para hacer el 2-3 definitivo.
A partir de ahí, nervios y juego espeso, y el Valencia, que evidentemente ya no tenía ninguna prisa, a lo suyo. Entró Iniesta por Xavi -bastante lineal- para dar profundidad, pero el conjunto ché se replegaba a la perfección cuando los de Martino llegaban al campo rival. El Barça seguía buscando romper la defensa con combinaciones Alves -el mejor del Barça hoy- y un poco inspirado Leo Messi al que no le salía casi nada. Y, como siempre llueve sobre mojado en Can Barça, para acabarlo de arreglar Jordi Alba vio la segunda tarjeta amarilla y dejó al equipo con diez en el último tramo del encuentro.
En este último tramo entró Tello en detrimento de un lento e ineficaz Cesc, pero la empanada era ya monumental. El Barça no conseguía su propósito de hacer tan siquiera el empate, y encima estuvo a punto de ver cómo el Valencia ponía el estoque final en una de las muchas contras con espacio por delante que tuvieron.
Ya en el descuento, Messi -en un jugadón con Alves e Iniesta- estuvo cerca de salvar los muebles, pero su disparo se marchó levemente desviado.

LO MEJOR: La primera media hora del Barça.

LO PEOR: Evidentemente, la derrota de hoy (que hará que los del Tata se levanten el lunes como segundos o terceros) y, nuevamente, la debilidad defensiva (a poco que se aproveche el Manchester City de esta, podrá hacer muchísimo daño al Barça).

El Barça podría haber sentenciado en la primera parte y, finalmente, por mala suerte, relajación o vete a saber qué, se acaba dejando los tres puntos en la primera derrota de la temporada en el Camp Nou. Toca despertar, pensar en la Real Sociedad y no volver a quedarse a la luna de Valencia.
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