Después de recuperar el liderato liguero y las buenas sensaciones en el Sánchez Pizjuán, ayer en Anoeta tocaba sentenciar la eliminatoria, bien encaminada ya tras el 2-0 de la ida, y meterse en la final de la Copa del Rey, donde esperaba el Real Madrid.
Se vio en San Sebastián un partido de fútbol intenso, con dos equipos que tenían muy marcados sus roles. La Real Sociedad salió arropada por su público en un ambiente que olía a remontada quimérica.
El Barça, por su parte, saltó al terreno de juego a hacer lo que mejor sabe: jugar a fútbol.
El Tata Martino era conciente de lo que se jugaba, así que no valía especular, ni con el resultado ni con el juego, y no hubo lugar en el once titular para habituales coperos, por lo que los azulgranas salieron con su prácticamente once de gala, con Xavi, Iniesta, Busquets, Cesc y Messi juntos, algo casi insólito. Y dio resultado: el Barça sometió a la Real a una dura lección de lo que es el fútbol, aquel que se practicaba día sí, día también con Guardiola, ese fútbol en el que la posesión, el toque en corto, las triangulaciones y los laterales entrando por banda para romper la defensa rival predominaban, aquel fútbol del Barça que solo existía últimamente en la memoria culé. Ha vuelto la mejor versión del Barça. Sí, se volvió a ver a un Messi determinante (como el pasado domingo ante el Sevilla), aquel que era capaz de coger un balón en tres cuartos de campo, conducir y encarar a cuatro defensas, driblar, acomodarse el balón a la zurda y marcar, como hizo justamente ayer en el minuto 27 para poner el 0-1 y dar por sentenciada la semifinal.
No obstante, a pesar del rondo azulgrana, de esa recuperación de las mejores sensaciones, siguen fallando cosas y no hay que lanzar las campanas al vuelo; el equipo, ante tanta calidad futbolística y control excesivo del juego, a veces se relaja y baja la intensidad en defensa. Piqué ayer estuvo francamente bien, al igual que Mascherano en el centro de la zaga. Otra cosa son los laterales: Alba por el lateral izquierdo, como siempre, expeditivo... a excepción del gol de Griezmann en el 87', que valió el empate. Alves, por su parte, tiene que cargarse las pilas. Sus aportaciones ofensivas están muy bien, pero el brasileño debe tener claro que, por encima de todo, lo que tiene que hacer bien es defender. Anoche se comió un balón por alto que cayó en pies de Vela (el mejor de los txuri urdin, otra vez) y que no acabó en gol gracias a Pinto. Por cierto, el mexicano soltó en el 54' un zurdazo que se estrelló en el larguero y que vale la pena destacar. Aparte de eso, poco más. La Real vivió todo el partido a expensas del Barça. Un Barça bajo los mandos de Xavi (empieza a ser el que era), Iniesta (otro partido para enmarcar)y Busquets (en su línea habitual), con el aporte de 'falso 9 Fàbregas' y con Messi bajando y haciendo lo que le venía en gana por el centro del campo. Arriba, junto a Leo, un Pedro que está en un muy buen momento de forma y que debe seguir así.
Eso sí, otro achaque evidente a los de Martino es su falta de definición arriba. Quitando el gol de Messi y una doble ocasión del propio Leo y de Cesc que repelió fenomenalmente Zubikarai (decisivo en la eliminatoria), el conjunto azulgrana no gozó de continuas ocasiones como en anteriores partidos. El Barça hizo correr a la Real tras el balón, sí, muchos tramos del partido fueron prácticamente un rondo barcelonista, pero aún falta pegada en ataque. Intuyo que el City no será tan considerado con el Barça y, en cuanto robe un balón y tenga oportunidad, se lo hará pasar mal a los culés. Por tanto, hay que tirar más a puerta y afinar la puntería, que no solo de rondos vive el barcelonista. Rondos, sí. Goles, por favor.
El 19 de abril (si no hay cambios) veremos la primera final en la que se mete Gerardo Martino como entrenador del FC Barcelona y la séptima final copera entre Madrid y Barça, con un saldo de tres victorias para cada equipo hasta el momento.