Y no me refiero a la afluencia de público (38.000 espectadores en el Camp Nou, la segunda peor entrada de la temporada), sino a ser positivos. Así es como tienen que ver la copa los seguidores del Barça tras el partido de anoche. Por dos razones: los de Martino hicieron ayer un muy buen partido desde el primer minuto y no cayeron en los errores del último encuentro ante el Valencia. Además de eso, los azulgranas ponen pie y medio en la final de copa.
Puede que se quiera atribuir el triunfo de anoche a goles de rebote, suerte o incluso favores arbitrales. Me niego rotundamente a pensar que, si no hubiese sido por el tragicómico gol en propia puerta de la Real en el 2-0 o por el penalti no señalado a Vela que a la jugada siguiente acabó con el 1-0, el Barça no le podría haber metido igualmente un carro a la Real Sociedad. Motivos hay para pensarlo: tres ocasiones clarísimas de Messi -una de ellas, una falta magistralmente lanzada que fue al larguero-, las oportunidades -también muy claras- de Pedro, Cesc, Alexis o Alves pero, sobre todo, el despliegue de juego que llevó a cabo el Barça desde el minuto uno hasta el noventa. Tocando, atosigando al rival, encerrándole en su área constantemente, poniéndole contra las cuerdas y generando ocasiones que, desafortunadamente para los intereses locales no se materializaron, impidiendo que el Barça lograra ayer mismo sentenciar del todo la eliminatoria. Enfrente estaba la Real Sociedad -que me parece mejor equipo que el Valencia -dicho sea de paso-, que solo consiguió crear peligro a la contra con jugadas protagonizadas por esos dos zurdos soberbios que tiene entre sus filas el conjunto txuri urdin: Carlos Vela y Antoine Griezmann. Los de Arrasate lo tuvieron cerca en dos ocasiones. Primero, en un tiro del francés que repelió muy bien Pinto. Luego, en un mano a mano del mexicano Vela que el de El Puerto de Santa María logró atajar. Eso sí, esa jugada no estuvo exenta de polémica y para muchos cambió el signo del partido. Carlos Vela llegó al área culé forcejeando con Mascherano y este pudo derribarle, sí, pero ni mucho menos me pareció un "penalti clarísimo y expulsión", como aseguraba en rueda de prensa el técnico realista. Y justo después de eso, ataque del Barça, toda la Real en su área, Busquets pasa por allí y pone el 1-0. Iñigo Martínez sigue protestando a González González por la jugada anterior, le dice que se vaya a tomar por no sé dónde y la Real se queda con diez.
Segunda parte, misma tónica. El Barça sabía que merecía mucho más que un solitario gol. El juego estaba acompañando, se estaban creando ocasiones y, por supuesto, se estaba manteniendo la actitud ganadora (sin pájaras como en el último encuentro liguero). Por tanto, el Barça lo buscaba y lo buscaba, pero no encontraba el premio. Y, paradojas y caprichos del fútbol, el premio llegó de la forma menos merecida posible. Un gran pase de Cesc al espacio para Alexis, que define con la zurda y el balón se va al palo. Mala suerte. Ah, no... se propone despejar Elustondo, el balón golpea en el pecho de Zubikarai y el 2-0 sube al marcador. Como en el 1-0, la Real pasa del cielo al infierno en cuestión de segundos.
Quedaba media hora y el Barça seguía a lo suyo. Tocando, intentando combinar entre líneas, pero era complicado: la Real había puesto cinco hombres atrás y costaba entrar. Eso sí, ocasiones no faltaron. Pedro se la jugó desde fuera del área en varias ocasiones, incluso Iniesta -que entró por Alexis- probó también desde fuera y, especialmente, una de Messi a cinco minutos del final que habría supuesto el tercero y prácticamente la sentencia de la eliminatoria. Buen partido del Barça en mi opinión y mala suerte -si esta existe- para un equipo y para el otro. Unos, por fallar tantas ocasiones; los otros, por hacerse en propia el esperpéntico 2-0. Movidas y discusiones arbitrales aparte (el Barça también reclamó un penalti, por mano dentro del área), los de Martino merecieron la victoria sin lugar a dudas. Solo las contras de la Real pudieron pasarle factura a los azulgranas. En ese tipo de jugadas deberán tener sumo cuidado los hombres de Martino, especialmente ante rivales tan potentes como el venidero Manchester City, que no suele perdonar en esas ocasiones.
A pesar de eso, me gustó el Barça. Me quedo con su mordiente ofensiva y con su dominio del balón. Quizás yo vi otro partido por la tele, porque todo el mundo habla hoy de mal juego, de suerte y de casualidades. Y estas no existen. Unas veces las circunstancias -ocasiones de gol, decisiones arbitrales...- benefician y otras perjudican. Lo que está claro es que solo por las circunstancias no se ganan los partidos. Al fútbol se gana jugando bien. Y el Barça va por buen camino. Así lo creo yo. Solo falta que jugadores y aficionados también lo vean así, con mi optimismo, con la Copa (del Rey, en este caso) medio llena.
Por cierto, la final huele ya a clásico.