Un mal planteamiento del Tata Martino, la bajísima intensidad de los jugadores azulgranas y un espectacular partido de la Real Sociedad le propinan un contundente revés a un Barça que venía de cuajar una semana perfecta.
La credibilidad y la confianza son muy similares: cuesta mucho tiempo ganárselas y se pueden perder en poco rato. Algo así le pasó anoche en Anoeta al Barça. Después de los últimos partidos, que habían generado optimismo e ilusión en el aficionado culé, la derrota por 3-1 ante la Real volvió a poner a los de Martino en su sitio en la liga. Empezando por el técnico argentino, que se equivocó rotundamente en el planteamiento, el Barça jugó ayer en San Sebastián un partido horrible.
Lejos de pretender ser ventajista por el resultado adverso de ayer, las rotaciones en el once inicial fueron una muy mala decisión. Primero, porque ante la Real Sociedad, ávida de venganza tras la reciente eliminación copera a manos del conjunto culé, no había lugar para la especulación. Había que salir a ganar sí o sí, más teniendo en cuenta que el Madrid había hecho lo propio ante el Elche y ya era líder provisional. Y segundo, porque el siguiente partido, el del fin de semana que viene (ya que no hay ningún partido entre semana) en el Camp Nou, ante el Almería es presumiblemente mucho más asequible y las rotaciones y los descansos tendrían mayor sentido. Ayer no. Ayer había que reivindicarse tras la victoria en Mánchester, que ya había puesto a más de uno por las nubes. La poca intensidad (de actitud no quiero ni hablar) hizo que el Barça regalara el partido prácticamente desde el minuto 1. Los txuri urdin fueron superiores durante todo el encuentro y cuajaron un partido sensacional, con especial mención para el pletórico Carlos Vela.
El conjunto local se adelantó en el marcador en el 32' con un remate con el pecho en propia meta de Song, titular ayer (primer error, porque la idea del Tata era que el camerunés acompañara en la medular a Busquets para crear juego y para contener las contras locales. El ex del Arsenal no hizo bien -como casi siempre- ni una cosa ni la otra.
A los cuatro minutos, llegó el empate azulgrana por mediación de Messi, tras pase de Montoya y después de que Busquets la dejara pasar por debajo de las piernas en un hábil movimiento. Solo fue un espejismo con el que se llegó al descanso.
En la reanudación, los donostiarras siguieron en su línea y, en el minuto 53', en una jugada en la que Bartra peina el balón hacia atrás (¡qué hace en el banquillo Mascherano, por favor!), se la lleva Vela, pone el esférico a la derecha y Griezmann (¿estás ahí, Adriano?) pone el 2-1 con su pierna menos buena.
El Barça empezaba a estar noqueado. Y la Real lo aprovechó, porque a los cinco minutos del segundo llegó el tercero. Balón suelto en el ataque derecho local, Griezmann levanta la cabeza con todo el tiempo del mundo y la acaba poniendo al punto de penalti para Zurutuza -que entra desde atrás, rompiendo el fuera de juego perfectamente- con la caña preparada para sentenciar el partido. Sentenciado, sin opción a réplica, porque el Barça no sabía qué hacer, ni a qué jugar, y más de uno no sabía del todo a qué había ido a San Sebastián, por lo que el marcador ya no se movió. Pautasso (Martino había sido expulsado al descanso por insultar al segundo entrenador realista) hizo entrar a Cesc y Alexis por Song y Montoya, respectivamente, pero era demasiado tarde. No había nada que rascar. Y suerte que en el minuto 80 el remate del mexicano Vela se estrelló en el palo porque habría sido el cuarto y ya humillante gol.
En definitiva, un Barça irreconocible en Donostia ("Donhostia", tras el varapalo) que ve trastocadas sus aspiraciones en liga. El Barça, además, no gana en Anoeta desde 2007. No hace falta recordar que esta no será la mejor temporada de los culés en el País Vasco.
Ahora, la liga pasa por lo que ocurra esta noche en El Sadar, donde el Atlético se la juega y, especialmente, por lo que suceda la semana que viene en el derbi madrileño en el Calderón. Seguiremos informando.