Haciendo un fácil juego de palabras con el lema latín que forma parte del escudo del Manchester City, "Superbia In Proelia" ("Orgullo en la batalla"), podemos describir el resultado de la lucha que se vio anoche en el Etihad Stadium:
Los hombres de Martino llegaban bastante igualados en fuerzas contra los soldados de Pellegrini, El Ingeniero (deslenguado tras la batalla) pero sacaron lo mejor de sí mismos para dominar en el campo de combate. Lo lograron no dejándose vencer por el respeto que les provocaba el rival, no cediéndoles demasiado terreno para que pudieran atacarles y, en los pocos episodios en que esto ocurrió, resistiendo con fuerza los embates citizen.
La Blue Moon relució especialmente para los guerreros visitantes, que mostraron buena parte de su arsenal -posesión de balón, básicamente- desde el primer minuto de la balompédica cruzada.
El primer acto de esta batalla se desarrolló con una especie de pacto de no agresión, sin demasiada violencia por ninguna de las dos partes que, simplemente, enseñaron sus credenciales con poca ferocidad.
En la segunda mitad, el Barça, que quería seguir avanzando sobre el terreno con las mismas armas, añadió algo de tesón a su estrategia, y así consiguió llegar por primera vez con verdadero peligro al fuerte de Hart. A escasos metros de la muralla local, el general Messi fue derribado por el teniente Demichelis. Penalti, tarjeta roja y el central argentino, fuera de combate.
A partir de ese momento, el Barça fue dueño y señor de la batalla, con algún intento local de igualar la contienda, aunque desarmado siempre por los comandantes Mascherano, Piqué y Valdés. El City entregó las armas definitivamente.
Los orgullosos luchadores de Martino se quitaron el escudo quizás demasiado tarde, pero con el tiempo suficiente para dar el tiro de gracia, esta vez por mediación del cabo Alves. 0-2, Etihad Stadium conquistado por el regimiento culé y victoria de consecuencias incalculables en Europa.
Superbarça In Proelia.