rompecabezas.
1. m. Juego que consiste en componer determinada figura combinando cierto número de pedazos de madera o cartón, en cada uno de los cuales hay una parte de la figura.
En 1766 John Spilsbury inventó el puzzle o lo que aquí conocemos como rompecabezas.
El fútbol, en sí, es un rompecabezas. Y, cómo no, de igual forma son puzzles los partidos de fútbol y los equipos que compiten en ellos. Y, evidentemente, el Barça , que tampoco está exento de recibir tal denominación.
Frente al Almería del debutante Sergi Barjuan, un nuevo puzzle para los de Luis Enrique a realizar sobre el verde tapiz de 105x68 metros del Camp Nou.
Ocurre en el fútbol, como en los rompecabezas, que a veces se extravían piezas, aparecen nuevas como solución para seguir construyendo el juego por otro lado y, por supuesto, mantenemos a nuestro lado esa pieza fundamental sin perderla de vista puesto que tarde o temprano vamos a tener que utilizarla.
Frente al Almería, Luis Enrique movió las piezas de Bartra y Mascherano para el centro de la zaga, alineó a Adriano en lugar de la pieza rota de Jordi Alba y optó por apartar piezas habituales como Piqué, Iniesta y Neymar para probar con las de Rakitic, Sergi Roberto y Pedro.
Ocurre también en ambos casos que esas piezas esenciales con las que iniciar la estrategia parecen no encajar en ocasiones. Fue el caso de Messi, que prácticamente solo entró en juego para inventarse el genial 1-0 y que trató luego de encajar en el puzzle azulgrana con algunas combinaciones y lanzamientos de falta.
Otras piezas como Suárez acabaron encajando por partida doble fruto de la insistencia del uruguayo y otra, la de Bartra, acabó por encajar de cabeza para maquillar un poco el día en el que menos pareció disfrutar de su pasatiempo defensivo.
El Almería, desacomplejado, trabó el juego del Barça desordenándole las piezas línea por línea, aunque hubo una pieza culé (básicamente una) que estuvo siempre en su lugar: Xavi.
Y hubo piezas azulgranas como Sergi Roberto o Pedro que, casi de forma inesperada -porque no parecen estar al mismo nivel que el resto de piezas-, acabaron ayudando de forma eficiente en la consecución del puzzle.
El Barça no lograba hacerse con el control y hallar la solución al rompecabezas, que se fue postergando hasta materializarse en el último tramo gracias a las individualidades sobre la mesa, no al dominio sobre esta.
Claro está, Luis Enrique debe ser el John Spilsbury que cree -y luego resuelva- el puzzle azulgrana y para ello debe combatir la complejidad del juego rotando piezas, dejando apartadas a unas y confiando en otras a la hora de definir satisfactoriamente los rompecabezas que la temporada le va presentando. En partidos como el de ayer, en los que el puzzle parece que no va a resolverse nunca o, en el mejor de los casos, a hacerlo de forma poco brillante, casi a desgana, lo más importante es solucionar el rompecabezas fijado como objetivo. Ganar, en este caso.
Cada partido es un puzzle diferente. Las piezas deben rotar, encajar en diferentes posiciones e incluso sacrificarse en pro de la imagen final.
La del Barça, aunque a veces tarde en aparecer, va tomando forma partido tras partido, rompecabezas tras rompecabezas. Sevillá será otro puzzle.