lunes, 6 de abril de 2015

El Barça en B-alaridos


alarido.
1. m. Grito lastimero en que se prorrumpe por algún dolor, pena o conflicto.
4. m. desus. Grito de alegría.

El Barça profirió anoche en Balaídos alaridos de distinto tipo. Gritos que expresan, por un lado, el conflicto que mantienen los de Luis Enrique por sacar adelante partidos como el de ayer frente al Celta. Gritos, en otro caso, de alegría desbordada al conseguir los tres puntos en el último tramo del encuentro y ratificar, quitándose un peso de encima, eso de que a veces -muy frecuentemente, por desgracia- hay que sufrir para ganar.

El Barça, en su versión más preocupante, volvió a ver como el rival era claramente superior y le costó, una vez más, hacerse con el control del partido. En otro partido gris, anoche en Vigo el conjunto azulgrana se mostró nuevamente superado por el rival y por la puesta en escena de este. Con poco ímpetu ofensivo (anoche ni Messi, ni Suárez ni especialmente Neymar estuvieron inspirados), con escasísimo dominio en la medular (de momento, Iniesta y Rafinha no pueden jugar juntos) y con unos laterales, Alves y Adriano, excesivamente flojos, el Barça se refugió una vez más en la solidez defensiva de unos Piqué y Mathieu incontestables y de un Claudio Bravo de nuevo excepcional bajo palos.
El juego culé, con un centro del campo desaparecido, dependió casi en su totalidad de los balones largos y de alguna genialidad arriba del mismo de siempre, que sin embargo ayer no supo ni pudo desequilibrar al adversario. El Celta, con un marcaje férreo por todo el campo, no dio opciones a los azulgranas de elaborar juego con desenvoltura, sin apoyos claros durante la posesión de balón (el pelotazo de Iniesta en el centro del campo es tan inédito como sintomático del mal juego azulgrana) y con pocas ayudas defensivas por las bandas, por las que Nolito y Orellana desbordaron con frecuencia.

En su cuarta acepción en el diccionario, el alarido culé se produjo, primeramente, con la entrada de Xavi para empezar a poner orden en medio de tanto caos en Balaídos. 
Fue una verdadera alegría para los barcelonistas ver como el egarense no solo se hizo con el control del balón y repartió juego a su antojo, sino cómo saltó al césped vigués a contagiarle a sus compañeros su intensidad y su urgencia en un partido que amenazaba -en el mejor de los casos- con acabar como el de Málaga o Getafe.

El alarido definitivo ocurrió en el 74', con un Barça algo más entregado en ataque y, nuevamente y por segunda jornada consecutiva, a balón parado y gracias a un cabezazo de Mathieu. El francés, más allá de estar cerrando unas cuantas bocas en el transcurso de la temporada gracias a sus buenas actuaciones, está anotando goles decisivos para su equipo. 
Goles, como el de anoche en Balaídos, que hacen que los alaridos azulgranas basculen del grito de pena y rabia al grito de alegría.

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