Luis Suárez fue el más despierto a la hora de la siesta |
Que al Barça no le sienta muy bien jugar a las cuatro de la tarde es algo que queda ratificado después de ver el partido de hoy en Granada.
Poco fútbol en el Nuevo Los Cármenes, donde se ha visto un partido de lo más accidentado.
El Barça, que ya sabe la factura que pasa dormirse a la hora de la siesta (el fin de semana pasado ante el Málaga) y, especialmente, fuera de casa (pinchazo en el campo del Getafe y victoria sufridísima a domicilio en Almería, ambos encuentros en esta somnífera franja horaria), no parece despertar de su letargo futbolístico sabatino y hoy ha vuelto a sembrar dudas en su juego ante el conjunto nazarí.
Los de Abel Resino, concientes de sus reducidas opciones de éxito ante un Barça enchufado y brillante -exceptuando lo del sábado pasado-, han ido al choque en todo momento y han puesto en apuros al conjunto azulgrana, enardecidos por su afición pero con una propuesta futbolística sin demasiados ambages.
Al Barça le costó reaccionar y, casi sin esperarlo, encontró en el gol de Rakitic -tras rechace a tiro de Suárez- a los 25 minutos esa puerta abierta para llevarse los tres puntos por la vía del cuerpo a cuerpo y mostrando el punch ofensivo del que carecía su rival.
El problema es que el conjunto azulgrana (hoy de ese amarillo que parece cada vez más energizante) no solo mostró problemas en la creación de juego, con unos Xavi, Rakitic y Mascherano bastante desbordados, sino también en la producción ofensiva.
Messi, quién sabe si tocado anímicamente tras el penalti errado en el Etihad, pareció no estar sobre el terreno de juego (otro día hablamos del estado del césped) y hoy prácticamente solo apareció en el gol de la sentencia, a pase de Suárez y solo para empujarla (en un más que posible fuera de juego). Neymar hizo un partido desastroso, con escasísima incidencia en el ataque culé. El único que se salvó fue Luis Suárez, que participó en los tres goles: propiciando la jugada del primero, anotando el segundo tras un buen movimiento y mejor definición y asistiendo en el tercero. Para entonces, el Granada había reducido distancias (1-2) por medio de una pena máxima tras una dudosa caída de Lass que el árbitro validó y que Fran Rico se encargó de transformar.
El partido, trabadísimo y aburrido en muchos tramos, solo estuvo en manos del Barça bien mediada la segunda parte, cuando la posesión se hizo patente y las ocasiones de gol comenzaron a llegar con frecuencia, ocasiones que ni Messi, ni Pedro ni menos aún Neymar supieron materializar.
Lo positivo, evidentemente, es haber logrado la victoria (otro tropiezo habría prácticamente apartado al Barça de la Liga). Lo negativo -y ciertamente preocupante- es el mal juego mostrado por los de Luis Enrique en partidos como el de hoy.
La hora de la siesta ha tenido hoy un final feliz, pero quizás la próxima vez le haga al Barça perder la tarde (y quizás el título).