El Barça no ejecutó bien la receta anoche en La Rosaleda. Los de Luis Enrique, sí, intentaron limpiar al rival con el mismo juego de posesión de siempre, pero no fueron capaces de tirar de la cabeza del Málaga, ni de conseguir abrir los boquerones (a lo largo del campo) ni de desarticular la espina del conjunto de Javi Gracia.
Después se enjuagan y se dejan un rato en agua helada a desangrar. Se sacan, se escurren y se ponen en un recipiente con un vaso de vinagre y sal
El Barça, de hecho, ya empezó mal a elaborar la receta. Antes de enjuagar, claro está, hay que bañar a los boquerones. Después, se puede ir alternando la velocidad con la elaboración para desgastar al rival. Si este paso se hace bien, entonces es cuando se pueden sacar y jugar a placer con ellos hasta meterlos en un recipiente con vinagre y sal (metafóricamente, dedicarse a jugar bonito tras haber realizado ya la parte más engorrosa). Lo único que el Barça ejecutó a la perfección en este paso fue dejar que los boquerones se escurrieran.
Se dejan de una a dos horas, hasta que estén blancos y con la carne prieta. Se les escurre el vinagre y se cubren de aceite de oliva virgen y ajo picado si se quiere
El Barça también tuvo anoche prisa por sacar el plato rápidamente y no supo calibrar los tiempos de elaboración. Si hubiese metido los boquerones en ese recipiente de superioridad futbolística desde un principio, los boquerones, como indica este paso, habrían acabado blancos y exhaustos del esfuerzo. Una vez se hubiesen realizado estos pasos, habría sido del todo fácil cubrir al conjunto rival de aceite de oliva virgen de la mejor calidad e incluso añadirle ajo picado (Munir o Sandro) para acabar de dar sabor a la goleada.
Nota: para saber el punto de sal, se echa un boquerón antes de empezar a salar. Cuando el boquerón sale a flote es que se ha conseguido el punto
El conjunto de Luis Enrique fue anoche un cocinero con miedo a pasarse con la sal, y el plato le quedó muy soso. Tan soso que ni siquiera tiró entre los tres palos.
Al final, el boquerón salió a flote y, efectivamente, consiguió el punto.
Al final, el boquerón salió a flote y, efectivamente, consiguió el punto.