Al final, el incendió que aventuró Rummenigge no fue tal. Más aún, el incendio lo provocó el Madrid en el Allianz Arena.
Los de Ancelotti tenían claro nuevamente su papel en el encuentro de anoche: que el Bayern tuviera la posesión de balón y la iniciativa del juego y los merengues, a arrancar sus diabólicos contraataques y sorprender a los bávaros, que ya sabían del riesgo de que los blancos les ganaran la espalda. Ahora bien, lo que no se imaginaban los hombres de Guardiola ni el propio Pep era que el Real Madrid les sorprendería primero a balón parado. Dos zarpazos de Sergio Ramos de cabeza (sus primeros goles en Champions esta temporada) ponían el 0-2 y la sorpresa en Munich.
He de decir que, pese a que el estilo de juego del Madrid no es el que más me gusta precisamente, anoche disfruté viéndolo jugar, y creo que esto es algo que no me ocurría desde la época de Zidane.
A veces (como se ha demostrado en tantos otros partidos) la posesión de balón no asegura nada. A veces, hay que jugar de otra forma (al contraataque es una buena manera) y buscar la alternativa que mayor rentabilidad te ofrezca, especialmente si tu equipo dispone de las condiciones para ello.
Fruto de ese estilo a la contra, galopadas salvajes y precisión cronométrica llegó el tercero. Contraataque de manual, de diez (casi el mejor que he visto nunca en un partido de fútbol) que finalizaba Cristiano a pase de Bale. El luso, con 15 tantos en esta edición de Champions League pulverizaba en ese momento el récord de Messi, Van Nistelrooy y Altafini (algo fuera de contexto la celebración de SU gol, eso sí). Ahí se acabó el partido.
Guardiola se había equivocado (como él mismo reconoció en rueda de prensa) al no darle más consistencia al centro del campo de su equipo. Es difícil explicar por qué no fueron titulares ni Götze ni Javi Martínez. Lo cierto es que el Bayern no elaboraba nada y, conforme el dominio y los goles del Madrid iban llegando, los bávaros jugaban cada vez más a la desesperada. El Bayern no fue capaz de competir contra el Madrid y más de uno, con razón, se preguntará hasta qué punto el Bayern pudo acusar anoche la falta de ritmo competitivo (por haber ganado con mucha antelación una Bundesliga en la que no han tenido competencia) a la hora de afrontar una semifinal de Champions contra el Real Madrid.
La segunda mitad fue la segunda mitad (o el partido de vuelta entero, si me apuras) del Barça-Bayern del año pasado. El conjunto muniqués se acercaba a la portería de Casillas sin ningún éxito, gracias sobre todo al bigoleador Ramos y a Pepe, inconmensurables ambos en el centro de la zaga.
La parte final del encuentro fue de puro trámite, un trámite en el que el Bayern ya buscaba el gol más para maquillar el resultado, buscando la dignidad competitiva de la que careció, que para meterse en la eliminatoria, algo evidentemente imposible porque el partido del Madrid fue incontestable. Y es que anoche el Madrid le dio la vuelta a la historia y fue el equipo blanco quien se convirtió, ganando por primera vez en Munich, en la 'bestia negra' del Bayern. Por si quedaba algo por constatar y el puñetazo del Madrid sobre la mesa europea no había sido lo suficientemente contundente, Ronaldo se encargó en los minutos finales de retratar a la defensa muniquesa y a Neuer (poco acertado) en un tiro de falta en el que el balón superó la barrera por abajo, volviendo a romper los registros con su gol número 16 en la presente edición.
0-4. Pronto, el DVD.
Los de Ancelotti fueron ayer justa y totalmente merecedores de la victoria y, por tanto, de pasar a la final que se disputará el 24 de mayo en Lisboa. Allí se verán las caras con el Chelsea de Mourinho o el Atlético de Madrid. Pase lo que pase hoy en Stamford Bridge, en la final de la Champions habrá mucho morbo.