martes, 11 de noviembre de 2014

8N: el proceso participativo de Suárez

Luis Suárez fue el revulsivo del Barça en Almería

Sorprendió la suplencia de Luis Suárez y Neymar en el Juegos Mediterráneos y casi deja de sorprender el mal juego del Barça por lo visto, al menos en las primeras partes, en los últimos partidos.
Primero ante el Ajax, después ante el Celta y la historia empezaba a repetirse el pasado fin de semana frente al Almería.
Los de Luis Enrique -entre los que no se incluye a Piqué- siguen anclados en el mal juego y cimentando con sus últimas actuaciones las críticas recibidas. Al Barça no se le puede achacar la falta de espíritu competitivo ni de motivación que algunos pretenden señalar, pero sí empieza a ser más que reprobable el estado de forma de algunos jugadores como Alves (que no jugó el sábado) o Busquets y Pedro, que sí lo hicieron.
El primero no parece pasar por su mejor momento y, de hecho, agravó esta visión marchándose lesionado del estadio almeriense. A Pedro, desde hace tiempo, se le ha perdido el rastro porque se ha convertido en uno de esos jugadores (como Alves o Piqué) que restan más de lo que aportan al equipo.
Ahora bien, la cuestión principal del mal momento general culé (acciones de responsabilidad y mal rollo institucional aparte) se genera desde el plano táctico más allá de que determinados futbolistas estén en más o menos forma.
El gol con el que el conjunto de Francisco se adelantó en el marcador podría ser una de las claves que explicaran el porqué del mal momento del Barça.

El conjunto azulgrana, con un juego muy lento en la medular, viene dependiendo excesivamente de las individualidades de los hombres de arriba (el pasado sábado fueron Messi, Pedro y Munir). Al argentino, esta falta de creación en el centro del campo azulgrana le provoca tener que retrasar constantemente su posición para generar la jugada por sí mismo, ante la dificultad agregada que supone no encontrar una clara línea de pase y al hecho de que, de por sí, la calidad de Messi pueda ser suficiente en ocasiones para crear peligro en ataque con altas garantías de éxito. Sin embargo, cuando la jugada sale mal y Messi pierde el balón tratando de encarar a tres rivales (que, normalmente, por muy Messi que seas sale mal), eso, perder el balón en tres cuartos de campo, no debería ser el fin del mundo. Para el Barça empieza a serlo. En esa jugada del minuto 35 en la que Leo perdió el balón, lo normal habría sido que rápidamente Busquets o Rakitic (quien también está muy diluido, por cierto) prestaran la ayuda defensiva necesaria y encimaran al rival antes de que Soriano pudiera darle esa magnífica asistencia al espacio a Thievy quien, rapidísimo como siempre, le ganó la espalda a Bartra e hizo el 1-0. Esa es, por tanto, una de las claves en el juego del Barça: tener una mayor cohesión entre líneas, primeramente, para que la creación de juego no se convierta en una odisea, y una mayor solidaridad defensiva y posicional (Rakitic o Busquets cubriendo las espaldas) para que, en caso de pérdida, el contragolpe rival no sea una acción incontestable.

En la segunda parte, con la salida al descanso de Neymar y Suárez (sobre todo él) por Pedro y Munir, respectivamente, el Barça ganó notablemente en ataque. También con la entrada de Xavi en detrimento de un Busquets tocado físicamente, que contribuyó a controlar algo más el juego en el medio campo.
Volviendo al uruguayo, el más destacado en los segundos 45 minutos, Luis Suárez se erigió en el auténtico revulsivo y salvador del Barça. El 8N, el día antes de ese "proceso participativo" convocado en Catalunya, se puede decir que Luis salvó a Luis (Enrique) con una actuación providencial.
El charrúa saltó al césped con el hambre evidente de quien se quiere comer el mundo y hacer grandes cosas en un club como el FC Barcelona. Más allá de esa voracidad futbolística, de ganas y coraje, el ex del Liverpool dejó algunos movimientos y detalles reseñables, como el remate de tijera que acabó en el larguero y que pudo ser el gol de la jornada (Messi también tuvo dos cabezazos al travesaño, la "maldición de Zarra" dicen por ahí) o, sin ir más lejos, los dos pases de gol -a Neymar en el minuto 72 y a Jordi Alba en el 81'- que sirvieron para remontar un partido que el Barça tenía, como viene siendo costumbre, muy cuesta arriba.
Una nueva derrota del Barça en Liga habría podido reportar unas consecuencias impredecibles en el banquillo azulgrana, pero ahí estaba Luis, para salvar a Luis.
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