viernes, 2 de mayo de 2014

La historia interminable (del Benfica)

El Benfica ha vuelto a llegar a una final europea. No será la final de la Champions en su propio estadio, sino que jugará en Turín la final de la Europa League, frente al Sevilla.

En la vitrina internacional del club lisboeta destacan únicamente las Copas de Europa conquistadas en 1961 (3-2 en la final frente al Barça) y 1962 (5-3 en la final al Madrid). El austro-húngaro Béla Guttmann era el entrenador de aquel equipo. Tras pedir un aumento de sueldo a la entidad portuguesa fue despedido, lanzando casi un mal de ojo al Benfica cuando aseguró que "el Benfica sin mí nunca ganará una final europea". Y es verdad.

Al año siguiente de su marcha, el Benfica volvió a llegar a la final de la Copa de Europa, en la que el Milan de Nereo Rocco venció por 2-1, con dos goles de Altafini por uno del mítico Eusébio. Dos años más tarde, las águilas se volvieron a plantar en la final... y volvieron a perderla, esta vez ante el Inter de Milán -dirigido por Helenio Herrera- por 1-0 (gol de Jair Da Costa).

Supongo que, por si las moscas, los mandatarios del Benfica decidieron volver a llamar a Guttmann, porque dos finales perdidas empezaban a sonar a maldición. La temporada de la vuelta de Guttmann, la 65-66, el Benfica cayó en Cuartos de final ante el Manchester United por un 8-3 en el cómputo global de la eliminatoria, en una edición en la que el Real Madrid acabaría conquistando su sexto título. Béla Guttman se fue para no volver nunca más, pero el que sí volvería a la final sería el Benfica en 1968, final disputada en Wembley, en la que otra vez el Manchester United de George Best y Bobby Charlton aplastó al conjunto portugués por 4-1 (con tres goles en el descuento).

Pasarían 20 años hasta que el Benfica llegara de nuevo a la final de la Copa de Europa. Fue en 1988, en Stuttgart, contra el PSV Eindhoven. El partido acabó 0-0 y se tuvo que ir a la (más que nunca) fatídica tanda de penaltis. Un completo desconocido llamado Ronald Koeman anotó el primero y los holandeses se acabaron imponiendo por 6-5.

Por si los incrédulos pensaban que 'la maldición de Guttmann' hacía referencia simplemente a la Copa de Europa, se equivocaban. Cinco años atrás, en 1983, el Benfica había llegado a la final, esta vez de la extinta Copa de la UEFA, disputada a doble partido. Fue ante un Anderlecht entrenado por Sven-Göran Eriksson. En la ida, los belgas se impusieron por 1-0 en el Estadio de Heysel (dos años antes de la 'Tragedia') y, en la vuelta, en el Estádio da Luz, el partidó finalizó 1-1.

El 23 de mayo de 1990, el Benfica volvía a la final de la Copa de Europa. De nuevo ante el Milan, dirigido ahora por Arrigo Sacchi, en el Praterstadion (actual Ernst Happel) de Viena. El Milan conquistó su cuarto título gracias a un gol de Frank Rijkaard.

El Benfica ya no ha vuelto a jugar una final de la Champions League. Únicamente estuvo a punto de volver a alcanzar la gloria europea en la Europa League. Fue justamente el año pasado y todos conocemos el desenlace: el Chelsea ganó esa final 2-1. Torres hizo el 0-1, Cardozo igualó el marcador y, en el descuento, Ivanovic le daba el título a los blues de Rafa Benítez. La maldición de Guttmann era más que evidente y las palabras de aquel técnico de Budapest seguían pesando como una losa.

Este año en Turín, el Benfica tiene, como suele decirse, una cita con la historia. Eso sí, si yo fuese seguidor del Sport Lisboa e Benfica y mi equipo perdiera la final ante el Sevilla, haría un pensamiento. Ahora ya sí.

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