jueves, 13 de marzo de 2014

Buenas noches

En el fútbol, un sábado puedes estar acabado y, cuatro días después, reivindicarte y ser el mejor. Eso es lo que hizo justamente anoche el Barça en la vuelta de octavos de final de la Champions ante el Manchester City.
Cuando se celebró el sorteo de octavos en diciembre, muy pocos eran los que apostaban decididamente por los de Martino, muy pocos habrían confiado en que los azulgranas ganarían tanto en la ida como en la vuelta y, menos aún, con un resultado global de 4-1 y exhibiendo un fútbol como el que ha desplegado el conjunto culé en ambos partidos. Y volviendo al sábado pasado, en el que un desganado e irreconocible Barça cayó en Valladolid, casi nadie las tenía todas consigo de cara a la vuelta ante el City, no por no ser los del Tata capaces de superar una eliminatoria que tenían bien encarrilada, sino por mostrarse como verdaderamente son sobre el césped: maestros del balón que, si juegan al cien por cien, pueden ganarle a cualquiera. Sin embargo, para estar en óptima forma, todo el equipo debe estarlo, y eso es algo que anoche volvió a verse en el Camp Nou. Ni qué decir tiene lo brillante y desequilibrante que fue el juego de unos magistrales Iniesta y Messi que llevaron al equipo en volandas hacia cuartos. También es innegable que el equipo entero supo estar a la altura (quizás los más flojos fueron Neymar y Cesc) de un partido que exigía nivel, concentración, compromiso, actitud (la que había faltado en anteriores encuentros) y saber hacer sobre el campo. Los mejores fueron, sin ninguna duda, el argentino, que en partidos así invita a ser muy optimista en un futuro no muy lejano, y el manchego, que volvió a brillar y a encandilar a los aficionados culés tratando de devolverles, en forma de fútbol en mayúsculas, todo el apoyo y el cariño que le habían brindado tras los problemas personales que Andrés había vivido en los últimos días. La defensa estuvo de diez, tanto en las bandas con el enchufadísimo Jordi Alba y un decisivo Dani Alves (otro día hablamos de sus bailes y de sus gestos), como en el centro de la zaga con un irreprochable Mascherano y un atentísimo Piqué, que únicamente falló en el penalti no señalado sobre Dzeko (el árbitro, Stephane Lannoy, estuvo fatal, puesto que también se comió un penalti a Messi y un gol del Barça anulado tras un inexistente fuera de juego, dicho sea de paso).
En la medular, podemos decir que Xavi y Busquets no hicieron el mejor partido de sus carreras, pero el Barça mostró ayer una mayor solidez también en el centro del campo. Y eso que no lo tenía nada fácil con hombres como Touré o Fernandinho enfrente pero, siendo sinceros, el City no dio la sensación de poder remontar. El momentáneo empate de Kompany al final podría haber inducido a error a tenor de lo que se había visto sobre el campo, así que un minuto después Alves se incorporó al ataque y aprovechó una asistencia de Iniesta para poner el 2-1 y la justicia poética en el marcador.
Volviendo a Messi, que había hecho el 1-0 con aquel toque suyo de exterior con el que metía tantos goles hace un tiempo, estuvo superlativo. Intentó desequilibrar siempre, incluso encarando a tres o cuatro defensores en la frontal del área hasta llegar a línea de fondo -como también solía hacer antiguamente-, disparó desde fuera con ese remate suyo cruzado al que nunca llegaba el portero y tuvo un palo en otra jugada individual marca de la casa. En definitiva, si Leo juega con esas ganas y esa intensidad (y además está acertado de cara a portería) el Barça puede estar bastante seguro de que las defensas rivales lo van a pasar mal. Y si además le acompaña con su particular varita el mago de Fuentealbilla los aficionados al fútbol, que somos todos, lo vamos a pasar en grande.
Tiene que quedar muy clara la moraleja tras el partido de anoche: si se juega de esa manera no creo que nadie le pueda echar en cara, ni a Martino ni a los jugadores, perder un partido o caer eliminado, pero ojo, solo si se da todo en el campo y se juega (o al menos se intenta) jugar como se sabe. De otra forma, andando por el campo, sin ganas ni actitud, la derrota será imperdonable.

Segunda moraleja: jugando así, el Barça no habría pasado muchos apuros para ganar en Anoeta y en Zorrilla. Lo digo por la liga, esa competición en la que muchos dan por muerto al Barça. Tiempo al tiempo.

Por cierto, el Barça se mete en cuartos de final de la Champions por séptima vez consecutiva. A ver si el Barça es capaz de seguir dándonos las buenas noches.


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