Tal día como hoy, 5 de noviembre, nacieron grandes nombres de la historia balompédica.
El primero de ellos es César Luis Menotti, el mítico jugador y técnico argentino que dirigió al Barça, entre otros, y que llevo a Argentina a ganar el Mundial de 1978.
A partir de aquí, la lista va perdiendo en popularidad, que no en relevancia futbolística, gracias a estos Escorpio: a muchos os sonará Jean-Pierre Papin, aquel jugador francés que fue Balón de Oro en 1991, que destacó sobre todo en el Olympique de Marsella y ganó la Champions del '94 con el Milan, y que incluso tuvo un personaje basado en él en la serie Supercampeones, el capitán y número 10 de la selección gala.
Otro nacido hoy -este ya irá sonando menos- es el ghanés Abédi Pelé, ganador de la Champions del '93
-justamente con el Olympique de Marsella-, campeón de la Copa de África de 1982 con su selección, Ghana, ganador de tres balones de oro africanos y condecorado por la federación de su país como mejor deportista ghanés de todos los tiempos. Como vemos, todo un ghanador (chiste malo).
El siguiente de la lista es Dado Prso, aquel futbolista croata que fue mecánico antes de ser futbolista profesional y que jugó en el mismo Mónaco que alcanzó (y perdió) la final de la Champions ante el Oporto en 2004. En aquel encuentro, Prso entró en el campo sustituyendo a Giuly. Antes de eso, en la liguilla, le marcó 4 goles al Deportivo de La Coruña en la que es hasta la fecha la mayor goleada en la historia de la Champions: 8-3 (para más seña, de aquel partido se cumplen hoy 10 años, es decir, que también coincidió con el cumpleaños del jugador croata).
Y vamos a lo que vamos. Hoy es el cumpleaños de un ceutí, pero no de un ceutí cualquiera, sino de uno de los futbolistas ceutíes más reconocidos -con permiso de Lesmes, Pirri y Migueli- en la historia de este deporte: Mohamed Alí Amar, Nayim. Hoy cumple 47 años esta leyenda. Sí, leyenda, porque si solo contabilizáramos las dos Copas del Rey que ganó con el Barça -en 1988- y con el Zaragoza -en 1994- y la FA Cup del '91 con el Tottenham, pues tendríamos simplemente a otro futbolista más, de esos que pasan con más pena que gloria, pero no es el caso.
Vamos a la madre del cordero: el 10 de mayo de 1995 el Real Zaragoza jugaba en el Parque de los Príncipes (París) la final de la extinta Recopa de Europa (cuyo pase se había ganado como campeón de la Copa del Rey del año anterior) contra todo un Arsenal, el vigente campeón de la competición. El conjunto maño de los Cedrún, Belsué, Solana, Aguado, Pardeza, Aragón, Cáceres, Poyet, Higuera, Esnáider y el propio Nayim no se amilanó ante los londinenses y golpeó primero. El Arsenal puso las tablas y se llegó a la prórroga.
El partido seguía igualado, el tiempo extra iba expirando y todo parecía presagiar que se llegaría a la fatídica tanda de penaltis... pero no. A escasos segundos para el final, un poco pasado el centro del campo en el que atacaban los maños, un balón suelto le cayó botando a Nayim, que controló y se sacó un derechazo para la historia. Un golazo desde 49 metros que soprendió a Seaman, al estadio entero y a todos los que nos encontrábamos presenciando el partido por La 2 de TVE.
No recuerdo un gol que, sin haberlo marcado el Barça o la selección española, me haya puesto así, como me puso aquel gol de Nayim. De hecho, mi hermano y yo -ambos culés-, y mi padre -del Athletic Club, nadie sabe por qué- saltamos del sofá con una euforia que nos hizo partir el cristal de la mesita sobre la que apoyábamos nuestros refrigerios. La noche de los cristales rotos, versión buena. El golazo de Nayim, las páginas de oro del Real Zaragoza y otras historias balompédicas que me ponen los pelos de punta (todavía).
Por cierto, si visitáis la pequeña localidad zaragozana de Trasmoz (en una casa de esta localidad estuvo retenido el padre de Julio Iglesias durante su secuestro por ETA), observaréis, paseando por sus calles, una llamada "Gol de Nayim". Yo le habría puesto una avenida en la Luna. Qué golazo. ¡Felicidades, Nayim!