Ese día en que falleció un dictador hijo de puta (valga la redundancia), un 20 de noviembre, es el mismo día en que nacieron raperos como Sen Dog -de los Cypress- o Mike D -de los Beastie-. Incluso Fran Perea nació tal día como hoy y no me importa destacarlo aquí, pero el cumpleañero del día es Gerardo 'Tata' Martino, un leproso de corazón que alterna un polo pistacho con los continuos debates sobre el juego del Barça. Ése es el Tata, un argentino nacido hace cincuenta y un otoños en Rosario, que jugó en Newell's, que vistió la camiseta del Tenerife -con el que debutó en el Camp Nou- y que se retiró con la del Barça (de Ecuador). Como entrenador, dirigió al NOB, al Cerro Porteño y a la Selección de Paraguay, entre otros. El que llegó a ser entrenador del FC Barcelona sin que nadie se lo esperara. Ése, el mismo, ha visto cómo hoy, en el día de su cumpleaños, el fútbol ha vuelto en forma de premio hacia el mejor futbolista del mundo, digan lo que digan o repesquen a la selección que repesquen otros.
Martino ha asistido esta mañana a la antigua fábrica Damm para ver cómo Leo Messi volvía a entrar en los libros de historia balompédica. Sí, el '10' del Barça ha vuelto a hacerlo: en plena lesión y esbozando una sonrisa, Lionel ha recibido hoy la Bota de Oro que le acredita como el mejor goleador del fútbol europeo la pasada temporada, con 46 goles en 32 partidos (1'44 goles por partido). Y ya van tres. Sí, tres, algo que nadie ha conseguido nunca. Algunos privilegiados habían conseguido antes la preciada bota, otros miembros de este selecto club (como el mítico Eusebio, Gerd 'Torpedo' Müller, Ally McCoist, Mario Jardel, Georgescu, Forlán, Thierry Henry, Fernando Gomes y Cristiano Ronaldo) la habían ganado en dos ocasiones. Tres, nunca. Y ahí está Messi para volver a reventar los récords del fútbol. Uno más para la historia de este deporte. Se ha puesto una chaqueta de 5.000 dólares, le han acompañado algunos compañeros del equipo y de la junta directiva del Barça, ha sido presentado por Olga Viza y ha recibido de manos de mi ídolo, Hristo Stoichkov, su tercera Bota de Oro y las buenas vibraciones del búlgaro. Así de fácil.
Se podrán cuestionar los balones de oro o los premios a mejor jugador de no sé qué, pero si hay algo incontestable son los goles que uno marca en una temporada. En el caso de Messi, esos 46 tantos repartidos en 32 encuentros, en los que le marcó a todos los equipos de La Liga, en la que completó una vuelta entera marcando. Estos datos hablan por sí solos, a la vez que avalan y sustentan un premio merecido.
Otra cosa será el próximo 13 de enero en la gala del Balón de Oro, donde posiblemente Messi no se haga nuevamente (y por quinta vez) con el galardón, pero ya se verá. Y más ahora que la FIFA decide, sorprendentemente, ampliar el plazo de las votaciones. Igual es por si Ribéry y Cristiano Ronaldo conseguían tener un papel destacado en la repesca mundialista, clasificarse para Brasil 2014 y, de paso, acabar de convencer a los votantes indecisos. Igual el resultado de la primera votación no convencía a Blatter y a su séquito y la FIFA atisbaba un próximo Balón de Oro manchado de polémica. Polémica, lo gane quien lo gane, va a haber igual. Otro día hablamos de eso.