El partido de vuelta de los octavos de final de la Copa del padre de la imputada evidenció dos cosas: la primera, que Leo Messi está definitivamente de vuelta. La segunda, que de momento el argentino y Neymar no están predestinados a triunfar juntos. Tiene que haber gafe o algo.
Corría el minuto 22 de un partido apagado, vacío, casi insulso, cuando el joven brasileño se lesionó al doblarse el tobillo en una jugada en el lateral del área. La jugada, en un primer momento, me hizo pensar que Neymar, abatido y con vistosos ademanes de dolor, se iba a perder lo que queda de temporada y el Mundial. Por suerte para el Barça y para el fútbol en general, solo fue un susto de esos que se pasan con dos o tres semanas de recuperación. La cuestión importante es que, sea por una cosa -la lesión de Messi- o por otra -el actual esguince de Neymar- hemos podido disfrutar más bien poco de ambos cracks juntos sobre el terreno de juego. Da especial rabia que estas lesiones se produzcan en partidos en los que prácticamente nada hay en juego, como era el caso ayer, puesto que el 4-0 de la ida le permitía al Barça afrontar el choque sin tener que rascarse mucho las vestiduras.
Por eso, hasta ese momento, nos encontramos con un partido tosco, lento -algo tuvo que ver el estado del césped- que poco aventuraba el regalo que nos íbamos a encontrar en la segunda mitad.
De entrada, y fruto del colchón que los de Martino traían de la ida, el argentino eligió un once poco habitual, pero no por ello menos competitivo. Volvían a asentarse en la titularidad fijos como Alves -ya lo fue en el Calderón-, Messi y Neymar, estos dos últimos para empezar a acumular minutos juntos tras el empate en el Manzanares. Bajo palos, el habitual copero y solvente Pinto. En la zaga, el recién renovado Bartra junto a un Puyol al que creo que nos vamos a tener que ir acostumbrando a ver solo en partidos así. Por el lateral izquierdo, Adriano y su conato de lesión que hizo que más de uno se temiera nuevamente lo peor. Dirigiendo la orquesta, un cada vez más desafinado Song, el intermitente Cesc y el incipiente Sergi Roberto. Arriba, junto al brasileño y al argentino, un Tello que constata que no está en su mejor momento, que está teniendo pocas oportunidades esta temporada, y que está aprovechando poco para reivindicarse. Exceptuando, eso sí, el centro que le puso a Messi al borde del descanso para que el actual Balón de Plata empujara e hiciera el 0-1. El gol sirvió para ponerle algo de ruido al encuentro. Paradojas del destino, ese ruido desarticuló el sonido de la retransmisión televisiva (la de TV3, al menos), donde no pudieron cantar el gol. Por si fuera poco, justo en el descanso los errores técnicos fueron a más y, directamente, se fue la luz en todo el estadio. Gafe.
El partido continuó en la segunda parte por los mismos derroteros: un Barça que quería jugar y dar espectáculo, pero sin desquiciarse buscando el gol que, por otro lado, ninguna falta le hacía. El Getafe, por su parte, voluntarioso, con ganas de llevarse algo positivo aunque fuera en el partido de vuelta, pero con más garra que fútbol. Por suerte para todos, el fútbol es muy presumido y muchas veces le gusta vestir de Leo Messi. Por eso, a los 17 minutos de la reanudación el que debería ser siempre Balón de Oro marcó el segundo del equipo azulgrana. Se fue de uno, de otro (caño incluido), pasó de largo a Codina y puso un espectacular 0-2 en el marcador. Otro gol marca de la casa para gritar a los cuatro vientos que ya está aquí, de vuelta, que es indiscutiblemente el mejor futbolista del mundo, que lo va a seguir demostrando y que, con goles como ése, quién necesita balones dorados.
El propio Messi tuvo el tercero en sus botas, pero Codina hizo una gran parada para evitarlo. Entretanto, el conjunto azulón lo seguía intentando, pero Pinto estuvo soberbio en las pocas ocasiones que tuvo que atajar. Xavi Hernández saltó al campo en sustitución de Cesc (Alexis hizo lo propio en detrimento del lesionado Neymar). Minutos musicales. Fin del partido.
LO MEJOR: El segundo gol de Messi y la aparición de Xavi, que supuso su partido 700 como azulgrana.
LO PEOR: El estado del césped y, sin duda, la lesión de Neymar.
El Barça hizo valer el 4-0 de la ida y adornó con el 0-2 en Getafe el cómputo global de la eliminatoria.
En cuartos espera el Levante, próximo rival liguero.